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NOTAS DE manuelvillacorta
Muchos guatemaltecos —la mayoría— estamos viviendo los efectos de un modelo económico que dejó de crecer. Sabemos que han caído la productividad y el consumo. El rubro de los desempleados y aquellos que intentan sobrevivir en el mercado informal, es mucho mayor respecto al rubro de quienes poseen un empleo formal. Más de 250 mil jóvenes se gradúan cada año del ciclo diversificado, solamente 12 mil logran una posición laboral fija. La presa de los desempleados crece año con año. Esta situación —caída en la productividad y bajo consumo— está golpeando a todas las empresas, desde las más grandes hasta las pymes. En 2017 los rasgos de esta situación en el ámbito empresarial fueron: A) Baja en la facturación. B) Ausencia de liquidez (imposibilidad de ampliar inversiones). C) Reducción de gastos operativos. Ejemplificando imaginariamente la situación, nuestra economía sería como un gran lago que día a día, tiende a secarse. Ciertamente las autoridades económicas del país, en una actitud orientada a preservar sus privilegiadas posiciones, emiten declaraciones mecánicas e inauditas tales como: “A pesar de la situación, las macro variables económicas se muestran estables. Nos anima el crecimiento de la economía estadounidense, locomotora de la región. Alienta el crecimiento de ingresos por remesas familiares. Tenemos un crecimiento aceptable del 3% anual. El sistema bancario está blindado ante cualquier tipo de crisis”.
Hace algunos días tuve la valiosa oportunidad —como otras ya pasadas— de compartir ideas con diversos miembros de la Conferencia de Religiosos de Guatemala (Confregua), organización fundada en 1961 y cuyo objetivo desde su creación sigue siendo, unificar a todos los religiosos comprometidos con las profundas reformas sociales que Guatemala necesita y velar particularmente por los derechos humanos de obreros y campesinos. En el contexto de ese vínculo establecido entre la Iglesia Católica y la población pobre mayoritaria del país, es oportuno recordar que particularmente en la década de los 70, la Iglesia Católica desplegó acciones en el área rural, mediante el trabajo de sacerdotes, religiosos y colaboradores, cuyo propósito era la evangelización, formación y desarrollo social de las diversas comunidades cristianas. En 1971 Monseñor Juan Gerardi promovió un encuentro de pastoral indígena en la diócesis de La Verapaz y en otros lugares del Occidente. Participaron activamente los primeros sacerdotes indígenas lográndose el proyecto de traducir la Biblia a idiomas mayas.
El compromiso y la voluntad para lograr la construcción de una nueva Guatemala están latentes.
Guatemala ha llegado a un punto de inflexión. Estamos viviendo una tenaz lucha entre un viejo modelo económico-político cuyas bases se sustentaron en la corrupción, la impunidad y la cooptación del Estado; modelo perverso y criminal que se resiste a morir. Como contraparte, se está impulsando un modelo distinto, cuyo núcleo radica en la instauración de un verdadero estado de derecho y una serie de normas efectivas y transparentes para una mejor organización y participación política. A estos dos últimos fenómenos se suma la imprescindible organización ciudadana para exigir transparencia y eficiencia a toda persona que alcance un puesto público. Por tanto, podemos concluir que el combate a la corrupción, la impunidad y la cooptación del Estado no implica solamente la instauración de procesos legales, implica obligadamente recurrir a una sólida alianza ciudadana comprometida a luchar por sus derechos y a cumplir con sus obligaciones.
El fracaso de los gobiernos en materia de seguridad exige crear de inmediato un nuevo modelo.
Estos son los principales elementos que causan pobreza: el colonialismo, la esclavitud, la guerra, la estratificación social, la exclusión/marginación social, productividad sin equidad, la corrupción, el cambio climático, las enfermedades y epidemias, la discriminación de género y la incapacidad gubernativa para implementar políticas públicas exitosas. Y estos son los efectos directos de la pobreza: los pobres no tienen acceso suficiente a la alimentación, la vivienda y los servicios. Los pobres siempre están marginados del circuito económico y del sistema político de su país. Los conceptos comunes utilizados para describir la pobreza son: según el Banco Mundial, padecen pobreza extrema las personas que viven con menos de 1 dólar al día. Pobreza moderada la padecen personas que viven con menos de 2 dólares al día. Para los centros de investigación no conservadores, la pobreza extrema afecta a personas que utilizan todo su ingreso para comida y aun así no logran alimentarse. Pobreza no extrema es la que afecta a personas que utilizan todo su ingreso únicamente para alimentación.
Desde 1986 a la fecha hemos tenido una decena de gobiernos ineptos y corruptos.
En mi último artículo expresé que el único camino que tenemos como país para superar la severa crisis que vivimos, es a través de una sólida organización social y una efectiva participación ciudadana. Apunté además mi intención de abordar temas precisos y fundamentales que llevados a la práctica, podrán influir en un mejor horizonte para todos los guatemaltecos. Inicio el aporte refiriéndome a la relación capital y trabajo. Para nadie es un secreto que el modelo económico guatemalteco creó un sistema político y jurídico como plataforma, para con ello, garantizar su reproducción a lo largo de muchos años. El modelo desde sus inicios se basó en una economía primaria orientada a la exportación. Esos mismos capitales se transformaron insertándose en áreas como el comercio, la banca y la industria. Sin duda alguna es el CACIF —surgido a finales de los años cincuenta— la instancia que llegó a representar la unidad política del empresariado más poderoso del país.
En Guatemala se inició un proceso inédito mediante el cual con el apoyo de instituciones internacionales (ONU/Cicig) y gobiernos de países históricamente ligados a Guatemala (EE. UU. /Unión Europea), se pretende desarticular un modelo político, jurídico y empresarial, altamente penetrado por la corrupción, la impunidad y la cooptación de Estado. Diversos grupos de poder llegaron a disputarse los organismos del Estado como mecanismo operativo para favorecer el surgimiento ilegal de grandes fortunas, mediante practicas deleznables como las plazas fantasmas, el soborno, el chantaje y la asignación ilegal de la obra pública. Si bien teníamos una idea de lo que ese putrefacto modelo implicaba, con las investigaciones, las capturas y el inicio de procesos legales en contra de empresarios, militares y políticos ligados a diversos tipos de delitos, llegamos a descubrir que la corrupción y la impunidad habían llegado a niveles jamás imaginados. Yates, mansiones, vehículos lujosos y lavado de capitales entre otros, contrastaban con escuelas en pésimo estado, hospitales colapsados, fuerzas de seguridad infiltradas y mal equipadas, además de una infraestructura nacional totalmente destruida.
Guatemala es un territorio fragmentado, dominado por los feudos de mafias criminales.