Marcos Andrés Antil
NOTAS DE Marcos Andrés Antil
Ahora que comienza el mes patrio y aflora tanto nacionalismo y expresiones de amor hacia el país en calles, redes sociales, medios de comunicación y publicidad, es un buen momento para reflexionar sobre lo que cada uno de nosotros podemos hacer realmente por Guatemala.
Emoción, nostalgia, agradecimiento. Sentimientos que se entremezclaron el 17 de agosto recién pasado, en que se celebra el Día de la Bandera cuando tuve el privilegio de izar nuestro pabellón nacional durante el Programa Cívico Permanente del Banco Industrial. Hoy en mi columna, quiero compartir las palabras que pronuncié durante este acto solemne, un homenaje que no es para mí, sino para todos los guatemaltecos que luchamos por engrandecer nuestra patria. A continuación el discurso:
Como migrante en Estados Unidos y ciudadano guatemalteco deseo poder ejercer mi derecho de voto. Aunque lejos, yo sigo contribuyendo a la economía de mi Guatemala.
“¡Guatemala, ya cambió! ¡Guatemala, despertó!” Fueron dos consignas que marcaron las protestas ciudadanas de indignación y demanda de justicia ante la histórica corrupción e impunidad sistémica imperante en el país. Sin duda, un parteaguas entre la parálisis y el despertar de la conciencia social detrás del deseo de un cambio profundo en nuestra patria.
A18 horas de camino en vehículo desde la capital se encuentra la aldea Palo Grande, en Santa Cruz Barillas, Huehuetenango, la cual está cerca de Cocolá Grande en donde mi familia y yo trabajamos por temporadas en la década 1980.
Cada vez que ciertos grupos de posturas extremistas lanzan ataques por las redes sociales u otros medios encuentro la evidencia de como la intolerancia y la intransigencia —ya sea originada por la ignorancia, por intereses creados o por resentimiento— condenan a Guatemala a hundirse más a la división, la pobreza, y el subdesarrollo. Al tratar de justificar sus acciones, estos grupos se alejan de lo que la mayoría de los guatemaltecos queremos.
Escribir este texto se hace difícil porque mi corazón está con las familias que perdieron a uno, dos, cuatro y hasta decenas de integrantes, personas que perdieron todo su haber el domingo 3 a causa de la erupción del Volcán de Fuego. Mi condolencia y respeto hacia cada uno de ellos. Al mismo tiempo reflexiono sobre el poder de nuestra solidaridad y sobre lo que somos capaces de lograr cuando estamos unidos y detrás de una misma misión.
El 25 de mayo último tuve el privilegio de compartir junto con habitantes de varias comunidades del noroccidente del país, la satisfacción de avanzar un paso a favor de la educación, fruto del trabajo en equipo. Estuve en Cocolá Grande, en Santa Eulalia, Huehuetenango, donde tras poco más de 17 horas de camino en vehículo disfruté de la riqueza, la humildad y gentileza de nuestra gente.
A partir de junio, prácticamente arranca la contienda electoral del 2019 en Guatemala, ya que es cuando los partidos políticos deberán comenzar a realizar sus asambleas municipales con vistas a la designación de candidatos a cargos de elección popular; y a finales de este año, anunciar a sus aspirantes presidenciales, tal y como lo manda la Ley.
Recientemente me encontré con una noticia halagadora y esperanzadora y digna de agradecimiento. Se trata de un esfuerzo de cooperación liderada por una entidad sin fines de lucro internacional, que suman esfuerzos por llevar electricidad a las aldeas más remotas de Guatemala, desde 2016.