Margarita Carrera

Margarita Carrera

NOTAS DE Margarita Carrera

En general toda crítica sobre el arte, por muy objetiva que pueda ser, proyecta la personalidad del crítico, que en última instancia ha de caer irremediablemente en lo subjetivo.
Marcuse, en Eros y Civilización, no toma en cuenta estas causas biofisiológicas y psíquicas que conforman el ser del hombre. No establece, en ningún momento, el origen de la civilización como una necesidad propia del humano a causa de su prematuro nacimiento. La civilización, según él, es una fuerza externa al hombre que nada tiene que ver con la esencia de su ser.
El subtítulo de Eros y Civilización de Herbert Marcuse es “una investigación filosófica sobre Freud”. Y en efecto, toma a Freud como punto de partida para una nueva postura filosófica, siguiendo los delineamientos de los antiguos y modernos filósofos rebeldes, trágicos y antropocéntricos.
“Todos los filósofos idólatras del concepto creen, y creen con desesperación, en el ser. ‘Aquí debe haber una ilusión, un engaño en el hecho de que no encontremos el ser; ¿dónde está el engaño?’ ‘Ya le tenemos —gritan con alborozo— es la sensualidad’. Los sentidos, todo el resto de la humanidad: todo ello es ‘pueblo’. Ser filósofo, ser momia, expone el monoteísmo con mímica de enterrador. Y, sobre todo, alejémonos del ‘cuerpo’, de esta lamentable idéfixe de los sentidos; del cuerpo que está contaminado de todos los defectos de la lógica, que está refutando, que se ha hecho imposible, aunque sea bastante insolente para comportarse como real”.
Solo a través de estas expresiones y represiones la voluntad de vivir abdica y se anula, entrando el ser en el estado de nirvana: ausencia de todo deseo, rechazo espontáneo a la voluntad de vivir.
Arturo Schopenhauer (1788-1860) es uno de los primeros filósofos de la edad moderna que continúa la postura grecolatina (de Heráclito y Lucrecio), clasificada como rebelde, trágica y antropocéntrica.
Como ha negado la inmortalidad del alma, niega la existencia de los dioses: “...pero imaginar que los dioses lo han dispuesto todo en interés de los hombres, parece que es desviarse muy lejos en todos los puntos de la verdadera doctrina (la de Epicuro). Pues aunque yo ignorara la naturaleza de los átomos, no osaría con todo afirmar, por el simple estudio de los fenómenos celestes y por muchos otros hechos, que el mundo ha sido creado para nosotros por obra divina: tan grandes son sus defectos…”.
Heráclito siente desprecio por la religión popular y por “los traficantes de misterios que entretienen la ignorancia de los hombres sobre el más allá”.
Heráclito de Éfeso es el primer gran filósofo nuevo y arcaico, rebelde, trágico y antropocéntrico.
Frente a lo que podría de- nominarse filosofía tradicional, racional y teocéntrica —que se ha venido imponiendo como única en el mundo occidental— me atrevo a observar que se alza una filosofía diferente que tiene los atributos de ser arcaica —y nueva al mismo tiempo—, rebelde, trágica y antropocéntrica.