Mario Alberto Molina

NOTAS DE Mario Alberto Molina

El evangelista Mateo, y solo él, ha conservado unas palabras de Jesús realmente audaces y profundas. “Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo les daré alivio. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso de corazón y encontrarán descanso.” Ningún profeta del Antiguo Testamento había osado decir semejantes palabras. El único personaje bíblico que tiene palabras parecidas es la Sabiduría, en los libros llamados sapienciales. Pero el lector comprende fácilmente que la Sabiduría no es ningún ser humano, sino que es Dios mismo personificado como Sabiduría, que invita al hombre dócil y obediente a dejarse instruir por Él.
El Día del Padre es una fiesta civil y familiar. Muchos padres responsables y cariñosos recibirán hoy el agradecimiento y el reconocimiento merecido de sus hijos. Sin embargo, no pocos hijos evocarán el día de hoy al padre ausente, violento o irresponsable y, por lo tanto, no tendrán motivo para celebrar o referente al que agradecer. Por eso el día de hoy reclama una reflexión moral.
Los obispos de Guatemala concluimos ayer viernes la visita ad limina apostolorum. Este es el nombre que recibe la visita que los obispos católicos realizamos a la Santa Sede cada cierto tiempo como ejercicio de la comunión eclesial. Idealmente se debe realizar cada cinco años. Pero, por múltiples motivos, se han ido espaciando de tal forma, que ya habían pasado nueve años desde la última que hicimos en tiempos del papa Benedicto XVI.
Entre personas agnósticas o ajenas a la práctica religiosa, pero también entre cristianos secularizados, prevalece la percepción de que Jesús es principalmente un maestro de moral. Se destacan como aspectos singulares de su enseñanza el precepto de hacer el bien hasta a los adversarios y enemigos, la renuncia a la venganza y la violencia, su capacidad para acoger al marginado, al excluido, al extranjero. Se subrayan sus gestos de dignificación de la mujer, de consideración con los niños, de compasión con los enfermos. Su misericordia con los débiles.
Desde el lunes,<em> Prensa Libre</em> cambió su formato. Las modificaciones tocaron también esta columna. Por más de 18 años se publicó el domingo, ahora saldrá los sábados. Quienes saben dicen que ese día los lectores son más numerosos, esperamos no perder los del domingo. También ha aumentado de tamaño, para una redacción más holgada. Permanecen sus rasgos esenciales. Nos turnaremos en su redacción monseñor Víctor Hugo Palma, el padre Víctor Manuel Ruano y este servidor. Se conserva el enfoque. Hablar de la realidad humana y social, política y eclesial de Guatemala desde la perspectiva del creyente.
Ha comenzado el tiempo cuaresmal de este año. Para los creyentes es tiempo de crecimiento espiritual, tiempo para caminar hacia la celebración de la Pascua y hacia la misma eternidad. Dios, a través de la Iglesia, ofrece su perdón para suscitar el arrepentimiento; instruye a los que están dispuestos a escucharlo para motivarlos a crecer en caridad y en santidad.
Jesús creció y se crio en Nazaret. Al llegar a su madurez viajó al sur, donde predicaba Juan el Bautista, se hizo bautizar por él y permaneció algún tiempo en esa región. Pero cuando Herodes encarceló a Juan, tomó la decisión de volver a Galilea. En vez de quedarse en su aldea de Nazaret, se trasladó a la ciudad de Cafarnaúm. Para el evangelista san Mateo esa decisión tuvo un significado. En Cafarnaúm habitaban no solo judíos, sino también gentiles. Así manifestaba Jesús que su misión y su mensaje se dirigían no solo a los judíos, sino también a los hombres y mujeres del mundo entero.
En una semana celebraremos el nacimiento de Jesucristo. En aquellos tiempos no había registro de los nacimientos de las personas. Por eso la fecha del de Jesús es desconocida y fue objeto de cálculos piadosos e ingenuos mucho después de su resurrección. Como en Jesús todo es perfecto, ya que es Dios, —ese sería el razonamiento— el inicio de su existencia mortal debía coincidir con el fin de la misma. Es decir, que su concepción habría tenido lugar el mismo día de su muerte. Pero hay que saber que todavía hoy, también la fecha de la muerte de Jesús es objeto de debate. Por eso no debe sorprender que antiguamente se llegara a resultados diversos. Según el cálculo que prevaleció en Occidente, Jesús habría muerto un viernes 25 de marzo. Según el cálculo que prevaleció en Oriente, Jesús habría muerto un viernes 6 de abril. Por lo tanto, habría sido concebido en una de esas fechas y habría nacido nueve meses cabales después. Así se estableció el 25 de diciembre como la fecha para la celebración de la Navidad en el Occidente latino y el 6 de enero para la Epifanía de los orientales. Ese esfuerzo por determinar la fecha de la concepción y posterior nacimiento de Jesús a partir de la fecha de su muerte manifiesta la convicción de que en su condición humana reverberaba también su divinidad.
Una de las diferencias más profundas y notables entre la cosmovisión cristiana y la del mundo secularizado es la concepción y vivencia del tiempo y de la historia. En la cultura secularizada, influida por los conceptos provenientes de la física, el tiempo y la historia son un continuo sin principio ni fin, sin propósito previsto. En cambio, en la cosmovisión cristiana, el tiempo y el mundo tienen un principio y se dirigen a una plenitud que es el mismo Dios. La historia global tiene sentido y lo conocemos de antemano. Y ese sentido no proviene de la misma historia, sino de Dios, Creador, Salvador y Plenitud del mundo y del tiempo.
El nombre “Biblia” evoca para nosotros un libro. En realidad es un conjunto de libros, de muy diverso género literario, escritos en distintas épocas, en tres idiomas distintos. Entre la redacción de los textos más antiguos en la Biblia y los más recientes puede haber mil años de diferencia.