Desde la madrugada del sábado 24 de febrero, Guatemala está de luto por el fallecimiento de Mons. Óscar Julio Vian Morales, sdb, Arzobispo de Santiago de Guatemala. Desde esa misma mañana, al celebrar la Santa Misa, quise unirme a las oraciones en sufragio por su alma, que estaba seguro se elevarían a Dios desde tantísimos hogares de nuestro país, con la convicción de que Dios Nuestro Señor, en su Misericordia, acogería el alma de Mons. Vian como premio a su entrega abierta y generosa hasta el último día de su vida. Tuve la dicha de conocer a Mons. Vian en el año 2002, cuando era Vicario Apostólico del Petén. Desde entonces fui testigo de su amor al Papa y su constante dedicación a los demás, tanto durante el tiempo que estuvo en Petén como luego, en sus años como Arzobispo en Los Altos y en Guatemala. Podría citar muchos ejemplos de esa generosidad, pero no quiero dejar de mencionar —por lo que sorprendía— su permanente preocupación por los sacerdotes que tenía confiados, para cuya atención y cuidado siempre sacaba tiempo, así como su empeño por llegar a todos los fieles ahí donde estuvieran, en especial a los más necesitados.