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Paulo Alvarado
NOTAS DE Paulo Alvarado
Este jueves, en la sala principal del Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, por primera vez en la historia de este país tendrá lugar la presentación de una pieza que es fundamental para comprender musicalmente el siglo XX: The Planets, del compositor inglés Gustav Holst. Más de cien años han transcurrido desde su creación. Algunas personas inclusive han pensado que su primer movimiento (el planeta Marte) es una reacción al comienzo de la Primera Guerra Mundial, cuando en realidad fue escrito antes de que estallara esa horrenda conflagración –una verdadera anticipación a muchísimo de lo que se ha considerado y se ha calificado como arte de la cultura masiva del reciente medio siglo. Sus otros seis movimientos (que no incluyen a la Tierra ni al entonces desconocido Plutón) representan conceptos astrológicos y astronómicos, a fin de completar una de las suites musicales más extraordinarias de todos los tiempos.
Corría por entonces el año 1998. Ahora ya han pasado dos décadas desde ese momento. Cuatro años antes nos habíamos embarcado en la creación de un disco de música guatemalteca inédita. Era un hito para su tiempo, pues aun aquellos que perjuraban que no existía tal cosa tuvieron que tragarse sus palabras. El Repertorio de San Miguel Acatán (escrito durante los siglos XVI y XVII en el área de los Cuchumatanes, Huehuetenango) se convirtió en la primera producción discográfica de música colonial centroamericana que se daba a conocer en el ámbito del arte erudito de la región, cuando todavía no llegábamos a la mitad del último decenio de la centuria pasada.
El recién pasado día miércoles, bajo los auspicios del Departamento de Artes Escénicas de la Universidad Francisco Marroquín, se presentó un recital de gran gala, con dos obras absolutamente arraigadas dentro del repertorio clásico. Por una parte, la celebérrima Quinta Sinfonía de Beethoven; por la otra, el igualmente acreditado Primer Concierto para Piano de Tchaikovsky.
Surgido en el marco del nombramiento de la Ciudad de Guatemala como Capital Iberoamericana de la Cultura en 2015, el pasado viernes 18 se inauguró el Festival Cultural “Paseo de la Sexta”, ahora en su cuarta edición. Aunque las posibilidades de aquella designación no llegaron a usufructuarse plenamente en aquel momento, la permanencia y la proyección de este festival es un buen logro, con miras a ampliaciones futuras. Es, justamente, dar lugar a que la Plaza de la Constitución —el parque central, por su nombre popular— cada año adopte temporalmente las condiciones de una sede para poner el arte y la cultura al alcance de los habitantes de la ciudad.
La imaginación siempre ha acompañado al ser humano, no solamente en el sentido de una percepción falsa o el juicio de algo que no es real o no tiene fundamento, como lo enuncia de manera lapidaria el diccionario, sino como una facultad para representar imágenes (imagen = figura, semejanza, apariencia) de cosas reales o ideales; una facilidad para formar nuevas ideas y nuevos proyectos. Para muchas personas esta facultad es aplicable sólo en el ámbito de las artes. Nada más erróneo; es igualmente imprescindible para un verdulero, una contadora, un taxista, una corredora de bienes raíces, un químico. Sin la imaginación, no habrá venta de verduras, ni cuentas claras, ni transporte eficiente, ni transacción inmobiliaria, ni el descubrimiento de una nueva fórmula científica.
Definido como la práctica y la técnica para ordenar adecuadamente un conjunto de cosas, el coleccionismo ha acompañado al ser humano desde tiempos remotos. De esto pueden dar prueba innumerables vestigios arqueológicos que los exploradores e investigadores no han hallado dispersos al azar, sino siguiendo alguna disposición sistemática, desde cavernas y entierros antiguos, hasta edificaciones y espacios intencionalmente diseñados para ello. Hablamos de razones rituales para crear series y juntas de objetos, pero también de razones simbólicas, tales como exponer riquezas, trofeos, conocimientos exclusivos, poder. Hay motivaciones a cuales más variadas: superstición, acumulación, ostentación y, eventualmente, una genuina valoración de aquello que se colecciona.
¡No puede ser… nos volvieron a poner el mismo casete! –exclamó el amigo recién llegado, tras más de quince años de exilio. Había tenido que irse en 1982 a vivir a California y en 1998 retornaba por un corto tiempo a su tierra natal. Sin embargo, era como que nada hubiera cambiado en década y media. Un día antes de su arribo, habían asesinado de un modo nebuloso, oscuro y torpe al obispo Juan Gerardi Conedera. Ahí nomás, a escasas cuadras de Casa Presidencial y del Palacio Nacional, envueltos sus jerarcas en profundas sospechas sobre su complicidad en el homicidio. Tres días antes, Gerardi había ofrecido públicamente el informe del Proyecto Interdiocesano de Recuperación de la Memoria Histórica “Guatemala: nunca más”.
Alguien dijo que en estas tierras todos los días es día de los muertos. No es la perogrullada del continuo fallecimiento de seres humanos en todo el mundo, a razón de unos 150 mil diarios, como también nacen unos 370 mil diarios, según los reportes. Tampoco es la estadística que nos indica que la mitad de quienes mueren ya tiene 70 años de edad o más. Aparte, las principales causas son las cardiopatías, el cáncer, las enfermedades respiratorias y la diabetes.
A punto de cumplir 30 años como una de las principales pinacotecas de nuestro país, la galería El Attico es impulsora y testigo presencial del desarrollo artístico en este medio tan adverso al arte como lo es la sociedad guatemalteca. ¿Cómo ha sido capaz de aportar tanto a Guatemala una iniciativa de dos muchachos, Willy y Luis, que emprendieron la fundación de este espacio de exhibición de artes visuales a finales de la década de 1980 y el próximo jueves celebran tres decenios de exposiciones, publicaciones, conferencias y variedad de actividades?
Domingo de Resurrección. Solemnidad litúrgica en el mundo occidental. Fin de un ciclo y principio de otro. Lo que ya no es, resurge —según la idea central de esa celebración. Atrevámonos, entonces, a trasladar este concepto a otros ámbitos. Por poner un caso, la resurrección del arte y la cultura de la sociedad guatemalteca. Entiéndase, de acuerdo con el diccionario, devolver la vida a un difunto; restablecerlo, darle nuevo ser.