Decenas de miles de puertorriqueños aturdidos tras el paso de un huracán que aplastó balcones de concreto, dobló puertas metálicas y paralizó la isla con deslaves, inundaciones y árboles derribados prometieron reconstruir lentamente el país, sumido en una grave crisis económica, mientras los equipos de rescate intentaban abrirse paso en el territorio estadounidense.