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Rita María Roesch
NOTAS DE Rita María Roesch
¡Los árboles mueren de pie! Duele escuchar el golpe seco de sus troncos magníficos al caer. ¡La Tierra tiembla cada vez que derribamos a uno de sus custodios! “Cada árbol que talamos resta vida al mundo que habitamos”, recordó el Clarinero. Los beneficios que generan son innumerables. Los árboles dan sombra. Amortiguan la lluvia. Reducen el viento y la contaminación del aire. Los árboles a través de la fotosíntesis liberan oxígeno y absorben el dióxido de carbono. Combaten el cambio climático. Los bosques generan biodiversidad y mejoran nuestra calidad de vida. La pérdida de árboles en las ciudades eleva las temperaturas y la evaporación de sus suelos. ¡Los árboles son los pulmones de la Tierra! ¿Los apreciamos?
El domingo 28 de mayo, al día siguiente de la cumbre anual del G7, que se realizó en Italia, la canciller alemana, Angela Merkel, no escondió su disgusto al declarar que el presidente Donald Trump no había confirmado el acuerdo del cambio climático de París en el 2015, suscrito por 175 países, poniéndolo en riesgo. Ángela Merkel dijo: “Los tiempos en los que podíamos fiar completamente de los otros en parte han terminando. Así lo experimenté los últimos días. Y por ello solo puedo decir, nosotros, los europeos, debemos tener nuestro destino en nuestras manos”. Hoy, mi reflexión versa sobre la importancia de la cooperación, como la nueva “ley de sobrevivencia” para enfrentar los retos complejos que amenazan al mundo en este tercer milenio. En mi opinión, la propuesta de la canciller es válida también para los guatemaltecos y para los centroamericanos. Tenemos que buscar nuestro propio destino como país y como istmo.
El libro <em>Switch </em>se titula en español Cambia de chip. Sus autores, Dan y Chip Heath, son expertos en comportamiento organizacional. El argumento del libro versa sobre cómo aprendemos a modificar nuestras conductas para cumplir con los objetivos que nos proponemos. Los hermanos Heath describen que el cerebro humano tiene dos sistemas diferentes que se mantienen en constante tensión: la mente racional y la mente emocional. Estos sistemas compiten por tener el control. Por ejemplo, nuestra mente racional desea hacer cambios en la empresa, pero nuestro sistema emocional se resiste a dejar su zona de confort.
En el 2013, Christa Schieber de Lavarreda y Miguel Orrego me contaron que “tenían un sueño de nación”. Este era la construcción de un museo de sitio que completaría la función del Parque Arqueológico Tak’ alik Ab’aj (TA), ubicado en el municipio de El Asintal, en Retalhuleu. El nombre que le pusieron evoca nuestro peregrinaje por la vida: “El Caracol del Tiempo”. La construcción fue iniciada en el 2008. El arquitecto Alejandro Flores desarrolló los planos. Sin embargo, poco tiempo después, el proyecto fue suspendido porque los fondos, por problemas administrativos del gobierno de turno, no se entregaron en su totalidad. En el 2012 el entonces presidente Otto Pérez Molina ofreció a Christa y Miguel entregar los Q7.1 millones que se necesitaban para concluir la construcción, pero sus palabras se las llevó el viento. Esa primera fase inconclusa del museo, hoy, se está derrumbando. ¿Qué hacer? ¡El gran sueño de Christa y Miguel debe seguir!, exclamó el Clarinero. ¿Por qué?
La Guatemalita es un personaje creado por el insigne maestro de la plástica Efraín Recinos. El maestro Recinos se inspiró en el mapa de Guatemala para crear esta imagen nacional. Le puso el rostro de una joven mujer con larga cabellera que ondea libre al viento. El otro día, el Clarinero me dijo: “Si el maestro Recinos viviera hoy habría pintado a la Guatemalita llorando”. ¿Por qué? “Porque los chapines no la llevamos en el alma,” concluyó. El Estado ha sido incapaz de proponerse metas para resolver nuestros problemas básicos, aquellos urgentes que atropellan la vida de nuestra niñez y juventud, como la inseguridad, la falta de educación y la salud, relacionadas íntimamente con la contaminación de los suelos, las aguas y el aire. En lugar de avanzar retrocedimos. Los intereses personales y de grupos prevalecen por encima del bien común. Restaurar la confianza entre nosotros es lo que toca. Los prejuicios, los resentimientos, son como la mala yerba. Para arrancarla es preciso retejer el tejido social roto que nos divide. ¡Demos la primera puntada! Elijamos un problema que convenga a todos, sin distinción de edad, cultura, nivel social o inclinación política e ideológica y propongámonos resolverlo. Por ejemplo, la contaminación del aire que respiramos, que nos da vida, pero que en la ciudad capital nos amenaza con la muerte. Causa cáncer de pulmón, enfermedades respiratorias, derrame cerebral y cardiopatía. “Es un asesino invisible”, confirmó el Clarinero. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), Guatemala es la tercera ciudad en la región con el aire más contaminado. El límite es de 10 microgramos por metro cúbico por año. La medición en Lima, Perú, se encuentra en 51 microgramos; La Paz, Bolivia, con 44 microgramos, ¡y Guatemala, con 41 microgramos! Se aprecia una nube gris encima de la ciudad capital. Esa nube contiene partículas de polvo y de gases contaminantes emitidos por los vehículos y los autobuses. Los chapines hemos tenido la suerte de que los vientos que entran al valle la removían, pero ya no.
El 1 de mayo celebramos el Día Internacional del Trabajo. Sin embargo, los calendarios mayas prehispánicos que admirablemente aún perviven en Guatemala, como el Cholq’ij, el calendario sagrado de 260 días, relacionado con la Luna, y el agrícola, el Haab, de 365 días, relacionado con el dios sol, Kinich Ahau, señalan esta fecha como su primer paso cenital por el cielo de Guatemala, la llegada de las lluvias y el cultivo del maíz sagrado.
La Reserva de la Biosfera Maya es el área protegida más grande de Guatemala. Comprende 21 mil 602.04 kilómetros cuadrados. Fue establecida el 5 de febrero de 1990. Hace 27 años este espacio de vida tenía el cien por ciento de cobertura boscosa. Sin embargo, se encuentra amenazada por la escasa presencia del Estado, por los invasores, por la tala inmoderada, las actividades agrícolas y ganaderas, muchas de ellas generadas por el narcotráfico.
El pasado domingo 2 de abril, las declaraciones del comisionado Iván Velásquez, jefe de la Cicig, en el foro de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), nos pararon el pelo a los chapines. Sabíamos de los altos niveles de corrupción, pero su análisis no dejó pie a la imaginación, ¡la cruda realidad la supera! Aunque duele su discurso, agradezco su mensaje claro, directo, sin rodeos. “Nos puso a Guatemala enfrente, tal como es,” agregó el Clarinero. Describió cómo las redes políticas económicas se unieron y se multiplicaron para cooptar al Estado. Cómo las mafias “rediseñaron el sistema” para facilitar la corrupción que explica el nivel de impunidad, más allá del ¡97 por ciento!
“Siempre soñé con un colegio que abriera las puertas a niñas y niños con capacidades diferentes. Ellos son una luz para los maestros, los padres de familia y los niños convencionales. Propician una convivencia en el aula más empática, solidaria y tolerante. Estos valores son básicos en la vida. Para todo educador, el principal objetivo es formar verdaderos seres humanos. Es un privilegio contar con un aula diversa. Esto ocurre en otros países, pero aún no en Guatemala. Aquí los niños crecen en una burbuja. Asisten a centros escolares donde casi todo es homogéneo, la misma religión, la misma cultura, el mismo sector socioeconómico, el mismo idioma. Pero la vida no es así. Un centro escolar inclusivo forja mejores personas que contribuyen a crear un mejor país”. Elena de Méndez Ruiz, directora del colegio Waldorf.
¡Cómo agradezco a la vida que el Dr. Richard Hansen se enamorara de Guatemala! Que se dedicara a investigar para conservar y proteger las milenarias ciudades mayas en la Cuenca Mirador y su profusa selva, en las Tierras Bajas del Petén. Si no hubiera sido por usted, Dr. Hansen, por las investigaciones de su equipo multidisciplinario, por el apoyo generoso de sus múltiples patrocinadores que se unieron a su causa porque creen en lo que usted cree, esta joya cultural y natural, única en el planeta, habría desaparecido. ¿Por qué? Me duele decirlo, pero muchos guatemaltecos no aquilatan nuestros tesoros culturales ni naturales, y por eso los perdemos a pasos agigantados.