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Rita María Roesch
NOTAS DE Rita María Roesch
Guatemala quiere renacer. “Pero es preciso que muera el viejo sistema corrupto que ha carcomido las instituciones del Estado”, afirmó el Clarinero. En mi opinión, quienes han marcado el paso de manera ejemplar, para forjar una nueva Guatemala, es la fiscal general Thelma Aldana, con el apoyo de Cicig y la ciudadanía chapina. La fiscal no dudó en conducir a la justicia al expresidente Otto Pérez Molina. Su frase es para la historia: “Le juré lealtad a la Constitución, no al presidente”. Ojalá magistrados y jueces emulen su ejemplo.
La vida, como la muerte, están indisolublemente unidas. Es el mayor misterio que existe. Ese misterio provoca preguntarnos: ¿Dónde estamos? ¿Qué hacemos aquí? ¿Qué ocurre después de la muerte? ¿Existe Dios? A la pregunta ¿qué es la vida para ti? Respondo: es como un viaje de aprendizaje. Imagino que venimos al mundo con una “maleta” que contiene las semillas de nuestro potencial. Si logramos que esas semillas den fruto habremos cumplido nuestra misión. “No se vale regresar con la maleta llena”, cantó el Clarinero.
Tengo la enorme ilusión de llevar a mis pequeños nietos, Camila, Juliana y Lucas, al Parque Nacional Arqueológico Tak’Alik Ab’aj (Panta), dentro de unos años. Quiero contarles la historia de esta “ciudad origen” porque fue escenario de dos culturas mesoamericanas únicas, la olmeca y la maya. Quiero que descubran cómo sus habitantes se explicaron el mundo que les rodeaba. Cómo ordenaron el espacio y el tiempo admirablemente. Cómo construyeron una ciudad sagrada de acuerdo a las estrellas y al camino del sol. Les recordaré lo que susurra la voz del Clarinero, “el diseño abierto de las ciudades mayas espejeaba al universo. Sus templos, esculturas, murales y entierros están orientados de acuerdo a los cuatro puntos cardinales o relacionados con un planeta o una estrella”.
Al chapín le duele más que Guatemala no asista a un mundial de futbol que los asesinatos cometidos por gente desalmada, especialmente de hombres contra niñas indefensas y jóvenes mujeres en todos los rincones del país. “¡Da horror que nos hayamos convertido en una sociedad tan insensible, que acepta con descarada indiferencia los hallazgos macabros cotidianos!”, exclamó el Clarinero. Esa apatía es un ejemplo grave para las jóvenes generaciones que seguramente se sentirán más desprotegidas por la nula reacción de los adultos frente a la barbarie. ¿Exagero?
El ritmo de vida en Nueva York “fluye a la velocidad de la luz”, agregó sonriendo el Clarinero. El mejor ejemplo que describe esa velocidad son los elevadores del rascacielos del One World Trade Center. Es el edificio más alto del hemisferio occidental y está ubicado a la par de donde antes se encontraban las emblemáticas Torres Gemelas. Sus elevadores suben hasta al piso 104 ¡en menos de 60 segundos! A esa velocidad de rayo, el visitante observa un video que describe el proceso de desarrollo urbano de la ciudad desde el siglo XVI hasta hoy. Cuando las puertas del elevador se abren, la imagen del video ¡coincide con el paisaje de la ciudad y el horizonte frente a nuestros ojos. Por eso, el magnífico observatorio lleva el nombre “See Forever” —Mirar para siempre—.
A finales de los años 80, la familia de Albert Einstein donó 1,400 cartas escritas por el célebre genio a la Universidad Hebrea, con la orden que no fueran publicadas hasta 20 años más tarde. Hay una carta sobre el amor, que transcribo hoy, dedicada a su hija Lieserl, que sólo una mente como la suya que auscultó el universo pudo escribir. A mi juicio, como humanidad, no hemos comprendido su profundo mensaje. “El mundo se salvaría si lográramos practicarlo,”agregó el Clarinero
Siempre quise contar una historia que nos hiciera conscientes de los grandes desafíos que tiene nuestra juventud ante el surgimiento de la nueva de era, cuyo nombre más notable es la era del conocimiento, y cuyo reto más importante es usar las redes del Internet para innovar. Quien no lo haga no sobrevivirá. De ahí el dicho, crear o morir, que ahora se ha convertido en una realidad para todos, especialmente para nuestros jóvenes que tienen que abrirse un futuro ante circunstancias nunca antes vividas: hacer de su talento su principal recurso.
Al observar el rápido deterioro de los océanos Jacques Cousteau dijo: “Si queremos salvar a la humanidad, tendremos que salvar los océanos.” Esa expresión es válida para los ríos y los lagos que sufren el mismo proceso de contaminación que los océanos. “Si queremos salvar nuestras fuentes de agua de la basura que las contamina, el Lago de Atitlán es una prioridad”, agregó el Clarinero. Su espejo de agua, que se renueva cada 150 años, es como un delicado y prístino cristal. Los antiguos pobladores lo llamaron “Ri muxux caj ulueu”, el ombligo entre el cielo y la tierra. Sin embargo, desde hace décadas, este lago mágico sufre un vergonzoso proceso de degradación. Toda clase de deshechos, muchos de ellos tóxicos y peligrosos, son vertidos en sus preciosas aguas, amenazando la vida humana, animal y vegetal de la región.
Hace 10 años las encuestas presentaron la excelente noticia que educar a nuestros hijos era una de nuestras prioridades. Paradójicamente, en esos 10 años, esa cultura por la educación que se forjaba en nuestro imaginario chapín, empezó justamente a deteriorarse. Llora sangre que los gobiernos no aprovecharon esa enorme ilusión de las familias chapinas para impulsar cambios en nuestro sistema educativo, para actualizarlo e instituirlo como la base que nos sacaría de la pobreza, como ha ocurrido en Singapur, Corea del Sur, Taiwán. Los asiáticos tienen obsesión por la educación.
El miércoles 19 de octubre tuve el enorme gusto de asistir a la exposición-homenaje Abrazos de hilos y pigmentos de mi querido amigo, el maestro David Ordóñez Lacayo, en el museo Ixchel. Sentí que su creatividad deviene de esta poderosa metáfora de Miguel Ángel Asturias: “Cantar en medio de un mundo de imágenes que ya de por sí son inigualables. Sólo iguales a ellas mismas. Guatemala es sólo igual a ella misma”. Las obras de David son imágenes únicas, vitales, que describen a la gente, al paisaje y se remontan al origen de Guatemala. El gran salón estaba vestido de fiesta, lleno de gente. Su obra es tan diversa. Sus pinturas, sus caballitos de madera y ahora sus esculturas talladas en piedra, como la magnífica Nan Xocomil. Las rocas provienen de los derrumbes de las montañas de la cuenca del Lago de Atitlán. “Yo no tenía idea”, me dijo, “que las piedras eran tan duras. Para tallarlas se necesita herramienta especial. Se vuelve un proyecto de equipo. Trabajo en la Escuela-Taller de Escultura en Piedra, en Sta. Catarina Palopó, dirigida por Pedro Canibell”.