Rita María Roesch

NOTAS DE Rita María Roesch

“Se puede vivir dos meses sin comida  y dos semanas sin agua, pero solo se puede vivir unos minutos sin aire”, dice el maestro Hung Yi-hsiang. Respirar es indispensable para vivir. En  Oriente se le considera  una ciencia y se  práctica como  un arte. En la China se dice  qigong. En  la India, el pranayama. Para los taoístas el aire que respiramos nutre.  Así como los alimentos que ingerimos afectan el equilibrio bioquímico del cuerpo, la respiración afecta  su equilibrio bioeléctrico. Respirar  es más importante que la bebida o la comida.  Es vital para la salud y la longevidad.   Los  médicos han comprobado que la calidad de vida de las personas  que frecuentan un bosque o un parque  se traduce en bienestar físico, mental y espiritual.   Es muy  probable que no conozcamos que existen dos tipos de respiración: una es la que limpia y la otra es la que energetiza. Cuando  exhalamos desintoxicamos  el cuerpo. Cuando inhalamos lo energetizamos.   En Occidente es  común que no nos preocupemos de cómo respiramos porque es una función espontánea del cuerpo.  Por ejemplo, un suspiro es una respiración  limpiadora porque inhalamos  rápidamente y exhalamos de manera prolongada. En cambio,  un bostezo, que  también forma parte del sistema de respiración espontánea,  energetiza porque la inspiración  es larga y profunda y la sostenemos un segundo en los pulmones y la exhalación es corta.
Tarde o temprano los guatemaltecos vamos a tener que dialogar hasta encontrar un propósito que nos una como nación.  Ese será el próximo reto que tendrá que resolver el siguiente gobierno.  Pero encontrar un propósito de país no es una  tarea fácil. Para entrar a dialogar tenemos que dejar fuera  las ideologías tradicionales.   Es difícil, pero ahora que el mundo marcha aceleradamente hacia la globalización, está claro que las posiciones de izquierda y derecha son como dos sillas que están encerradas en un mismo  cuartito que no nos permiten pensar. Si no podemos pensar, no podemos dialogar.  Hay que salirse de ese  cuartito. Respirar. Ver lo ancho y grande que es el mundo de hoy y decidir para dónde queremos ir.  La idea es ver que la izquierda y la derecha son partes de un mismo sistema  quefue fundado usando la lógica creada por  Newton hace más de  300 años.  Quien la explica muy bien es el filósofo y arquitecto holandés Anton Alberts.
“…la sonrisa de sus ojos, y sus brazos siempre tibios regalaban abrazos de algodón”.
“El barrio era nuestra casa”, cantó el Clarinero.
Era muy joven cuando soñé  que caminaba por un sendero cubierto por una tupida neblina  que me impedía ver, por lo que tuve que detenerme.   Algo parecido he sentido estas últimas semanas, debido al impase generado  en el país por  el presidente Jimmy Morales al anunciar  que no prorrogaría el mandato de la Cicig y, luego,  que le vedaba el  ingreso  al comisionado Iván Velásquez.  Esas medidas aumentan   la polarización que, como una  bruma densa, obstaculiza que nos comuniquemos y avancemos como país. ¿Por qué traer a decenas de campesinos originarios de Jalapa,   que fueron trasladados con engaños  hasta la sede de la Cicig para que  manifestaran en su contra? Cuando se les preguntó  el motivo de su presencia expresaron  que  el Ministerio de Ambiente les había ofrecido empleo. ¿Por qué  semejante barbaridad?
No todo es oscuridad, violencia y  corrupción en Guatemala. También  hay mucha luz esperanzadora que proviene de   personas que son  un ejemplo por su  integridad y  compasión. “Ellas  demuestran que en la vida podemos  elegir un camino con corazón”,  recordó el Clarinero. La historia que hoy les cuento  empezó a escribirse con Atilio Bonilla y su mamá doña Mery.  Su  amor por los ancianos abandonados inspiraron a Dan Jessee y a su esposa,  Ma. Renee Jessee, a seguir sus pasos y este año  fundaron el hogar Angels for the Abuelos.  El primer capítulo de esta historia  ocurrió hace 25 años,  cuando una persona le dijo a Atilio que alguien  lloraba en el basurero que se encuentra  debajo del puente El Incienso. Atilio bajó y  encontró a un anciano en  condiciones deplorables. Lo habían dejado allí  tirado  para que se muriera. Atilio se lo llevó a su casa, lo bañó,  lo rasuró, le dio de comer y lo adoptó. Al poco tiempo lo llamaron de nuevo para decirle   que había  otro anciano abandonado en el mismo lugar.  En pocos meses  Atilio y  doña Mery tenían en su casa  a cuatro ancianitos.
Mañana es 15 de septiembre. Surge de nuevo en mi mente la  imagen oficial  de nuestra independencia que  presenta a  doña Dolores Bedoya de Molina exclamando:  ¡Viva la independencia!  Algunos  historiadores consideran que  su grito fue urbano,  no alcanzó al resto de la población. “Nuestra  independencia sigue en proceso”, murmuró el Clarinero, porque nuestra identidad nacional es  multilingüe y pluricultural. Sin embargo,  no todos los chapines lo consideran así.  Por ello no nos hemos integrado  como país.  En mi opinión ha faltado  un diálogo intercultural para retejer nuestra sociedad diversa culturalmente.   Espero que en este nuevo milenio encontremos esa tercera vía nacional que nos una como país. Solo juntos podremos  enfrentar   los  retos del desarrollo.  Cuando esto ocurra, la escena de doña Dolores Bedoya de Molina, y su grito de independencia,  que ha permanecido congelada  en mi mente, cobrará vida.
“Más vale una historia que cien detalles fragmentados”, cantó el Clarinero.
Las imágenes del domingo 19 de agosto,  en la primera plana de Prensa Libre, muestran  la diferencia entre las conexiones neuronales  de un niño sano, nutrido, atendido con amor, y las conexiones de un menor desnutrido y en condiciones de abandono. La  diferencia es del cielo a la tierra. Cada  beso, cada abrazo,  como la comida nutritiva que recibe desarrollan  su cerebro. Es probable que muchas madres no sepan que el  80 por ciento  del cerebro de su  bebé se forma antes de los dos  años. El mensaje del reportaje de Prensa Libre es demostrar  que  la  desnutrición en los niños  de 0 a 5 años impide que su  potencial genético  se desarrolle.  Los  daños sufridos en la infancia conducen a la incapacidad permanente y podrían afectar a las futuras generaciones. En Guatemala vivimos la  tragedia de este flagelo. El   46.6 por ciento de nuestra niñez está desnutrida. Eso se  traduce  en más  de un  millón y medio de niños que posiblemente  verán  afectada su vida para siempre.  Somos el país con la tasa de desnutrición más alta en  América Latina, “casi el doble que Bolivia”.  Duele. ¿Qué futuro nos espera?
En este artículo me propongo demostrar que en Guatemala estamos a punto de sufrir otro  terremoto.  No será  telúrico ni provocado por el movimiento de nuestras fallas geológicas, sino por la caída de los precios del café en los mercados internacionales. Según el sismógrafo de precios mundiales, el martes 21 de agosto  el precio del café cayó a los 97.25 dólares por cada quintal  en oro que vendan nuestros exportadores.