Rita María Roesch

NOTAS DE Rita María Roesch

Cuando visito familiares   que viven  en Estados Unidos colaboro con las tareas domésticas.  Si lavo platos  me han pedido lavar  los envases  como los del yogur antes de ponerlos en el bote de basura de los plásticos,  para  evitar focos de contaminación. Si el personal que recoge la  basura descubre que hemos  entregado  desechos con restos de alimentos, nos aplicarán  una multa. La  conciencia de ver el siguiente paso, hacia dónde va  la basura  generada en los  hogares, existe en las sociedades desarrolladas. “Esas pequeñas acciones  crean grandes cambios. En  este tercer milenio sobreviviremos   si  aprendemos “el arte de cuidar”. Esta es  la economía inteligente.” recordó el Clarinero.
El pasado viernes 11 de mayo, el  Inguat entregó el distintivo de Calidad y Sostenibilidad Turística “Sello Q Verde”  a los colaboradores del Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj (TA).  Es el primer parque arqueológico nacional certificado en Guatemala. Los arqueólogos Christa Schieber de Lavarreda y Miguel Orrego Corzo tienen más de 25 años de coordinarlo con eficiencia,  compromiso y  responsabilidad. “Desde el inicio nos propusimos   hacer las cosas bien, trabajando en equipo, me dijo Christa. Hoy ese esfuerzo rinde fruto.  “Esta buena noticia me provocó una profunda alegría”, cantó el Clarinero. En  mi mente  fluyeron  imágenes  de esa ciudad milenaria, rodeada  de  una  exuberante vegetación y diversidad biológica. El canto atronador  de las chicharras al caer el sol  y el  periqueo de los loros al  amanecer son melodías constantes que se escuchan.
“El mundo que hemos creado es producto de nuestro pensamiento. El futuro  no cambiará si no cambiamos nuestra manera de pensar”, dijo  Einstein. Se requiere de un nuevo pensamiento para alcanzar  los  17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que Naciones Unidas ha propuesto para el planeta. Los ODS son la agenda mundial para  generar cambios fundamentales,  entre ellos terminar con la pobreza,  proteger el planeta, garantizar la paz y la prosperidad entre las naciones. En Guatemala  el término sostenibilidad es parte de nuestro léxico común, pero, ¿comprendemos su significado? ¿Comprendemos que se refiere a la satisfacción de nuestras necesidades actuales sin comprometer los recursos para las generaciones futuras? La sostenibilidad garantiza el equilibrio entre crecimiento económico, cuidado del medio ambiente y el  bienestar social.  “El desarrollo sostenible es la manera de progresar sin poner en peligro los recursos del mañana”, cantó  el Clarinero.
La imagen de la Plaza de la Constitución en  abril del 2015, para mí, es el ideal de lo que los guatemaltecos podemos llegar a compartir como ejemplo de un pueblo unido. Para volver a lograr esta unidad de nación, pienso  en  Empédocles, el sabio  filósofo, poeta y político griego.  Vivió en  Akragas (hoy Agrigento, Italia),  una comunidad  muy rica y famosa   hace 2,400 años.  Empédocles  rehusó la corona real que el pueblo le ofreció luego de una  rebelión política. Él  acuñó la  célebre teoría de los cuatro elementos que generan la vida de todo lo que existe en la Tierra.  Y son: el    aire,  el agua,  el fuego y  la tierra. Lo importante es que, de  acuerdo a Empédocles, estos cuatro elementos están unidos por algo que no es una cosa, sino que es una fuerza. Es   la fuerza del amor. El amor es lo que genera la vida porque logra que estos cuatro elementos formen un solo sistema. Una unidad. Sin embargo, cuando se alimenta la fuerza  de la desconfianza, del  odio y del resentimiento,  los elementos se separan y sobreviene la muerte.  Su  tesis manifiesta  esa lucha perenne  entre el bien y el mal, que hoy está tan  presente en Guatemala.
Nunca en nuestra historia nacional había  ocurrido  un ataque al Parque Nacional Tikal.  El  martes 1  de mayo, en Prensa Libre,   apareció una noticia que me alarmó.  Describe  el  acto vandálico cometido por  un grupo armado que ingresó al Parque Nacional de Tikal  y quemó el kiosco de atención al público, en la madrugada del 29 de abril.  Los individuos antes de escapar gritaron, “¡Esto es el inicio!”.
Quiero imaginar que los próximos días, entre el 30 de abril  y el 15 de mayo,  podrían ocurrir eventos memorables,  como  verificar   que la  justicia es la punta de lanza para el desarrollo y la prosperidad de un  país. No podemos  desandar el camino que hemos seguido  en contra  de la corrupción y la impunidad.   Si lográramos convenir  en ese punto medular  alcanzaríamos  un hito histórico. Me atrevo a comentarlo en voz alta en este espacio hoy porque no me cabe la menor duda de  que, en el corazón de  la mayoría de los guatemaltecos,  añoramos  un país diferente. Un país libre de mafias, donde se puede trabajar con reglas claras,  donde la niñez y la juventud sean  nuestra prioridad.  Sin embargo,  en  nuestro escenario político actual parece una meta  imposible por todos los problemas que ya conocemos;  son muchos y  nos abruman.  Sin embargo, este impase en el que estamos no  podrá  prolongarse.  Estamos muy cerca de un desenlace. Equivale a la idea de vivir un  “cuarto de hora”  que será decisivo. Nuestro futuro está en juego y en peligro.
“Lanzan Pacto por la Transparencia” es el titular que encabeza la fotografía  de un prominente  grupo de empresarios participando en el  foro GuateÍntegra. La fotografía fue  publicada  en Prensa Libre  el pasado 11 de abril.  Demuestra plenamente que   Guatemala está cambiando. Esa  imagen,  que al fotógrafo le  tomó un segundo hacer, en tiempo histórico llevó cuatro años en gestarse. “La justicia es ahora la  punta de lanza para que Guatemala salga adelante y alcance  la prosperidad”, agregó el Clarinero.  Felipe Bosch Gutiérrez, presidente de Fundesa,  comentó,  durante el foro,   que estamos viviendo  un parteaguas.  En relación al tema del financiamiento a los partidos políticos, dijo:   “Es un parteaguas muy importante de muchas cosas que se hacían en el pasado y que a partir de ahora hemos hablado de ser íntegros, ser transparentes, y de no solo decirlo, sino empezar a serlo. ¡Ya no va más! Es un parteaguas y con vista al futuro tendremos un mejor país”. PL, 11.04.18 pág. 7
Hoy me atrevo a escribir en voz alta una  reflexión sobre la  Consulta Popular del próximo 15 de abril.   ¿Sabían ustedes que la extensión en kilómetros cuadrados de Belice es casi la misma que Israel?   Belice tiene una extensión de 23 mil km2 e Israel tiene un poco menos,  22 mil km2. Otra comparación  válida es con  El Salvador: su extensión es de 21 mil 400 km2. Y, por último,  el caso del estado de Massachusetts,  en los Estados Unidos, cuya extensión es de 20,206 km2 .  Usando como indicador el PIB per cápita,  la economía de Israel ocupa  en el mundo el lugar 34. Belice  tiene el puesto 111, Guatemala, el 114 y  El Salvador, el 106.  Massachusetts, en los Estados Unidos, es su sexta economía.  Con estos  datos quiero demostrar que el tamaño del territorio no tiene nada que ver con el tamaño de la economía. El territorio  no es el problema ahora.  En  la era del conocimiento, es nuestra creatividad  la que se pone a prueba.
Malala  Yousafzai fue  la joven pakistaní de 15 años  que se dirigía a su escuela cuando sufrió un atentado mortal de un grupo talibán, en  octubre del 2012. Sobrevivió de milagro.  Su valentía, determinación y elocuencia generaron admiración en el mundo entero.  Su voz genuina,  solicitando  educación gratuita para la niñez,   especialmente  para las  niñas,  ha generado  una profunda reflexión a nivel mundial. Su activismo incansable contribuyó  para que le  fuera otorgado  el  Premio Nobel de la Paz en el  2014.
Hoy quiero compartir las lecciones que aprendí al visitar la comunidad de San Juan La Laguna, en el Lago de Atitlán. Comento con mucha alegría que su gente,   de origen tzutujil y k’iché,  está luchando para salir de la pobreza de una manera creativa.   Una amiga me dijo: “Si vas el fin de semana al  Lago de Atitlán,  no dejes de visitar  San Juan La Laguna”.  Seguí su consejo. El  sábado  en la mañana, junto con mi familia,  cruzamos en lancha el espejo de agua del   ri muxux caj uleu, el ombligo entre el cielo y la Tierra, como le dicen los habitantes  de las comunidades mayas asentadas en sus orillas.  En estos días de marzo sus aguas son tan lisas como un fino cristal.  Reflejan  el cielo.  Por momentos,   sentíamos que volábamos entre  las nubes.