Para los enemigos del populismo, los liberales y los de centro-izquierda, esta combinación de características los ha salvado más de una vez de las consecuencias de su propia soberbia o sus errores.
Cualquiera que sea el poder para cambiar el mundo que busquemos, cualquiera que sea la influencia que esperemos ejercer, debe comenzar con la antigua oración: Creo, Señor, pero ayúdame en mi incredulidad.