Sadio Garavini Di Turno
NOTAS DE Sadio Garavini Di Turno
En Venezuela ha habido una clara ruptura del orden constitucional y del sistema democrático. A la mayoría de dos tercios de un Parlamento electo popularmente se le han confiscado todos sus poderes constitucionales. Un Tribunal Supremo de Justicia, electo inconstitucionalmente a toda prisa en los días de la Navidad pasada por la Asamblea Nacional (AN) anterior en los estertores de su mandato, sin respetar los tiempos, procedimientos y requisitos para los cargos de Magistrado, ha declarado inconstitucionales prácticamente todas las leyes que la nueva Asamblea ha aprobado. El Ejecutivo ha gobernado durante todo el año 2016 amparado en un estado de excepción y de emergencia económica, decretado unilateralmente, desacatando el voto negativo de la AN, el órgano que debía aprobarlo. Para colmo, el Ejecutivo no ha transferido los fondos para el mantenimiento de la Asamblea y los sueldos de los diputados. Más recientemente, este ilegítimo Tribunal Supremo ha nombrado dos Rectoras del Consejo Nacional Electoral, usurpando de nuevo una función privativa de la AN. Además, la militarización creciente del Estado y de la sociedad, el aumento de la represión violenta, la intimidación y el encarcelamiento arbitrario de los dirigentes opositores y el creciente acoso a los pocos medios de comunicación independientes colocan al régimen venezolano clara y evidentemente fuera del sistema democrático y del Estado de derecho. En Venezuela no hay enfrentamiento de poderes, como afirman superficialmente algunos periodistas extranjeros mal informados. En Venezuela el Poder Ejecutivo ha asumido arbitrariamente todos los poderes, directamente o indirectamente, a través del control total sobre un Tribunal Supremo ilegítimo.
“Transiciones democráticas” es el título de un reciente libro editado por Abraham Lowenthal y Sergio Bitar, en el cual, con el apoyo de varios especialistas, se analizan nueve casos de transiciones exitosas y pacíficas de regímenes autoritarios a gobiernos democráticos.
En Venezuela, la oposición democrática (MUD) ha aceptado negociar con el Gobierno porque así se lo solicitó toda la comunidad internacional: la Santa Sede, los EE. UU., la Unión Europea, Canadá, todos los gobiernos latinoamericanos y del Caribe, la ONU, la OEA, UNASUR, la Unión Interparlamentaria y pare usted de contar.
La fortaleza del chavismo se basaba en tres pilares fundamentales: el carisma del caudillo difunto, la chequera petrolera abundante y sostenida en el tiempo y el apoyo popular mayoritario, evidenciado en numerosas elecciones.
El desconocimiento total de los poderes del parlamento venezolano por parte del Poder Ejecutivo, que ejecuta lo que quiere y que parece encaminado a “ejecutar” a quien quiera, pone al gobierno venezolano clara y evidentemente fuera del sistema democrático y del Estado de Derecho.
La igualdad económica absoluta, como objetivo prioritario del Estado, ha conducido históricamente al totalitarismo.
La fortaleza del chavismo se asentó sobre tres pilares: el carisma del caudillo, la chequera petrolera abundante y sostenida en el tiempo y el apoyo popular mayoritario. Los tres ya no existen. A Maduro le queda el control de las instituciones del Estado, salvo la Asamblea Nacional, ilegítima e inconstitucionalmente desconocida por el gobierno y, “por ahora”, el poder de coerción, a través de la Fuerza Armada y los mal llamados “colectivos”, que recuerdan a los “batallones de la dignidad” del narcodictador Manuel Noriega. La situación socioeconómica es realmente desastrosa, la revista Time en su portada titula:” Venezuela se está muriendo”. La escasez y el hambre hacen estragos. El fracaso del modelo “comunistoide” basado en “ideas muertas” es evidente salvo para la cúpula dirigente del régimen que padece de ceguera ideológica.
En el Prefacio de mi libro Entre la Soberbia y la Incertidumbre, (Random House Mondadori 2010), decía: “Nuestro tiempo es un tiempo de transición “epocal”, cuya característica fundamental es la incertidumbre. Se advierte una clara aceleración del “ritmo” de la historia, vivimos en medio de un verdadero choque de fuerzas contrapuestas, que luchan por prevalecer: Democracia y autocracia, modernización y tradicionalismo, globalización y localismo, racionalismo e irracionalismo. A raíz del derrumbe de la utopía comunista, Octavio Paz escribió: “Vivimos por primera vez a la intemperie espiritual y no a la sombra de sistemas metahistóricos, que al asignar un objetivo a la Historia nos oprimían y protegían al mismo tiempo, por ello, es cuerdo hoy abstenerse del legislar sobre el porvenir”… Vivimos por tanto entre la soberbia y la incertidumbre de un mundo peligroso y en transición.”
Nicolás Maduro, en reciente cadena nacional de radio y televisión:” Todos los ministerios, todos los ministros y ministras, todas las instituciones del Estado quedan bajo el orden y la subordinación absoluta al Comando Nacional de la Gran Misión Abastecimiento Soberano y Seguro, bajo el mando del presidente de la República y bajo el mando del general en jefe Vladimir Padrino López a partir de este momento. Todos los ministerios”.
La fortaleza del chavismo se basó en tres pilares: el carisma del caudillo, la chequera petrolera abundante y sostenida en el tiempo y el apoyo popular mayoritario. Ya no existen. Después de 17 años implementando un modelo socioeconómico basado en “ideas muertas”, que ha acabado con la producción nacional, el país sufre una acelerada y profunda crisis económica y social, acompañada de una grave crisis política, causada fundamentalmente por la decisión del Gobierno de desconocer las funciones y poderes de la Asamblea Nacional, violando descaradamente la Constitución e irrespetando la mayoritaria voluntad popular, expresada abrumadoramente en las elecciones del 6 de diciembre. El residual poder del Gobierno está en el control de las demás instituciones del Estado, en particular el Tribunal Supremo y la Fuerza Armada. Sin embargo, la pérdida del apoyo popular y el irrespeto a la Constitución debilitan fuertemente la legitimidad del régimen, que aunada a la aceleración de la crisis socioeconómica inicia un proceso de “deslave” en el apoyo al Gobierno en la Fuerza Armada y en las demás instituciones del Estado. La Mesa de Unidad Democrática (MUD) considera que la solución de las crisis pasa por el cambio de gobierno, que surgiría por la activación del derecho constitucional de revocar el mandato del presidente.