Sadio Garavini Di Turno
NOTAS DE Sadio Garavini Di Turno
La Cumbre de Panamá será recordada por el primer encuentro formal entre los presidentes de EE. UU. y Cuba y la continuación del proceso de deshielo entre los dos gobiernos iniciado hace casi dos años, con la mediación de la Santa Sede y Canadá.
En febrero del 2007, el presidente Chávez afirmó que la reactivación de la reclamación venezolana sobre el territorio Esequibo, en 1962, por parte del gobierno de Rómulo Betancourt, fue producto de la presión de EE. UU., supuestamente interesados en desestabilizar el gobierno autónomo del primer ministro de la entonces Guayana Británica, Cheddi Jagan. En realidad, la reactivación de la reclamación fue un proceso absolutamente autónomo, dentro del gobierno venezolano, provocado por la inminencia de la independencia de Guyana. Siendo Guyana en 1962 todavía una colonia británica, para evitar que, en el futuro Estado independiente, surgiese un gobierno filocomunista no fue necesario “utilizar” la reclamación venezolana, solo bastó que el gobierno británico postergara la independencia hasta que Forbes Burnham ganaran las elecciones en 1964.
Cuando el presidente Obama declara “una emergencia nacional por una inusual y extraordinaria amenaza” proveniente de Venezuela parece un exabrupto poco serio, en realidad se trata de una fórmula jurídica necesaria para activar las atribuciones legales que permiten al Ejecutivo de Estados Unidos aplicar sanciones contra unas personas o un país, más allá de lo aprobado por el Congreso. Esta fórmula jurídica ha sido utilizada frente a Zimbawe, Sudán, Birmania, Corea del Norte, entre otros, y no hubo ninguna invasión militar. En el caso de Venezuela las sanciones anunciadas son contra siete funcionarios, seis militares y una fiscal, por violaciones a los derechos humanos de manifestantes pacíficos y líderes de la oposición venezolana. Las sanciones consisten en impedir el ingreso a EE. UU. y el congelamiento de sus cuentas en bancos norteamericanos y el secuestro de sus bienes en EE. UU. Por tanto, si los sancionados no tienen bienes de fortuna en ese país ni tienen interés en visitar Miami o Nueva York, las sanciones son bastante inofensivas. Además los sancionados pueden, si lo desean, apelar en el sistema legal norteamericano. Ahora bien, hay que subrayar que las sanciones no son en contra del país, si lo fuesen, como en el caso de Irán, lo primero que haría EE. UU. sería suspender la compra de petróleo venezolano y también la exportación de una lista de productos a Venezuela. Recordemos que EE. UU. sigue siendo el principal socio comercial de Venezuela, el primer importador de petróleo venezolano y además el único que paga en efectivo.
El presidente Chávez, con el control de todas las instituciones del Estado, el relevante apoyo popular que mantuvo por años y el inmenso ingreso petrolero, el más alto y sostenido de la historia de Venezuela, tuvo una extraordinaria y quizás única oportunidad para encaminar al país hacia el desarrollo autosustentable y no dependiente de la renta petrolera. La política exterior del chavismo puede ser catalogada como un bonapartismo que, al magnificar erróneamente el poder del Estado, determina la fijación de fines que van mucho más allá de la capacidad efectiva venezolana con el consiguiente despilfarro de recursos escasos necesarios para el desarrollo interno. Otra característica del legado de Chávez en política exterior es el “ideologismo” marxistoide. El presidente Rómulo Betancourt, refiriéndose a las relaciones con Estados Unidos, dijo en los años 1960 que tenían que ser “sin sumisión, ni desplantes”. En la actualidad tenemos constantes desplantes retóricos con EE. UU. y sumisión vergonzosa a la Cuba comunista. Se utiliza la vieja receta cubana del “antiyankismo” retórico, con la imagen del enfrentamiento “heroico” entre David y Goliat.
"Hay años que hacen preguntas, y años que las responden", como acertadamente señala la escritora norteamericana Zora Neale Hurston. En Venezuela, el 2015 se presenta como un año en que debemos generar nuevas preguntas que ayuden a definir nuevos rumbos, ante 15 años de respuestas insensatas. Y las preguntas que hay que hacerse parten necesariamente de una realidad en ruinas. Y es que 15 años de chavismo empeñado en darle vida a un cúmulo de ideas muertas —con su mentalidad patrimonial, su incompetencia proverbial y su conjuro permanente del odio y de la división— no han podido ser tolerados ni siquiera con el mayor ingreso de divisas de nuestra historia.
El debate sobre el multiculturalismo es el debate sobre la convivencia de seres humanos con tradiciones culturales diversas, pero lo relevante y significativo del debate actual es que se da en la sociedad occidental, donde se procura no discriminar a nadie por su género, religión o raza. El concepto de dignidad de la persona humana, en las sociedades y regiones, es central para este debate. La española Adela Cortina, catedrática de Ética y Filosofía Política, se hace al respecto una pregunta, que adquiere relevancia a raíz de los atentados terroristas de París: ¿Si todas las personas gozan de igual dignidad, todas las culturas también la tienen? La respuesta que da Cortina es fundamental: Las personas son las que tienen igual dignidad. Las culturas se la deben ganar, ya que no todos los rasgos de cada cultura son igualmente respetables.
La fortaleza del chavismo durante 14 años se basó sobre cuatro pilares: el carisma del caudillo, la chequera petrolera abultada y sostenida, un relevante apoyo popular y la carencia de una alternativa creíble. El primero ya no existe, la segunda está muy reducida. El tercero, según las encuestas, está cayendo, acelerado por el fracaso de un modelo socioeconómico, que no solo no crea riqueza, sino ni siquiera distribuye con justicia la pobreza. El cuarto depende, en buena parte, de la actuación del liderazgo opositor. Pero el Gobierno "también juega". Es sobre esta cuarta variable que la "sala situacional" y probablemente el G2 cubano están enfatizando sus esfuerzos. Es evidente una campaña en los medios y en las redes sociales orientada a la división de la oposición y a fomentar la abstención en vista de las próximas elecciones parlamentarias. Los insultos, descalificaciones y acusaciones de "colaboracionistas" hacia varios líderes de la oposición provienen, en buena parte, de los laboratorios de guerra sucia del Gobierno.
El pensador que más influencia ha tenido y tiene en la formación de grupos como Al Qaeda y el Estado Islámico en Iraq y el Levante (ISIL) es sin duda Sayyid Qutb, activista de la hermandad musulmana egipcia. Después de dos años en EE. UU., Qutb regresó en 1948 a Egipto viendo a Occidente como un enorme burdel, contaminado por la lujuria, la codicia y el egoísmo. Según Qutb el mundo se salvará de la inmoralidad y de la desigualdad solo si es gobernado por Dios y sus leyes. Qutb además fue ferozmente antijudío. Creía en una conspiración judía para controlar el poder financiero mundial. El gran choque global se dará entre la cultura del islam al servicio de Dios y la de Occidente al servicio del materialismo y de las necesidades "bestiales", como el sexo.
En política exterior el término "bonapartismo" se refiere a una política exterior expansionista y megalómana que, más allá de los objetivos específicos de prestigio, persigue conscientemente el fin de consolidar el régimen y debilitar la oposición interna.
Toda la comunidad internacional,incluyendo los EE. UU., la Unión Europea y el Vaticano, claman por el diálogo entre el Gobierno y la oposición en Venezuela. Por tanto, quien se opone al diálogo comete más que un error, una solemne estupidez, como diría Talleyrand. El debate con el cual se inició el proceso de diálogo fue diáfanamente provechoso para la alternativa democrática. Algunos exigen que el diálogo siga siendo público; sin embargo, la teoría de la negociación enseña que las reuniones de trabajo en una negociación seria deben ser privadas, porque en caso contrario las partes le hablarían siempre a sus "galerías" y el resultado sería el fracaso de la negociación.