Sadio Garavini Di Turno
NOTAS DE Sadio Garavini Di Turno
Rusia es actualmente un país de 147 millones de habitantes, con una economía inferior a la de Italia y apenas superior a la de España. Rusia no tiene la capacidad económica de subsidiar al régimen madurista, ni la capacidad militar de enfrentar a los EE. UU., particularmente en el hemisferio occidental.
Una tragedia creada por un régimen que se ha caracterizado por “ideas muertas”, incompetencia, ignorancia, corrupción y represión.
La mayoría de los principales países europeos se orienta al reconocimiento de Guaidó como presidente interino.
Los crasos errores de comisión y omisión nos han llevado a este resultado.
El gobierno Maduro se está pareciendo más al narcorrégimen del dictador panameño Noriega que al totalitarismo cubano.
Andrés Manuel López Obrador (Amlo), el presidente de México, no es Chávez. Para empezar, no es un militar golpista. Bajo su mandato el ejército mexicano muy probablemente se mantendrá institucional, apolítico y no deliberante. Es un político formado en el antiguo PRI, sus actos y declaraciones recuerdan al populismo de los presidentes Echeverría y López Portillo, su modelo es Lázaro Cárdenas.
<div> Hace 40 años, en noviembre de 1978, la opinión pública mundial fue estremecida por la noticia, proveniente de Guyana, del homicidio-suicidio en masa de alrededor de 900 personas, en su mayoría miembros de la secta religiosa norteamericana El Templo del Pueblo. El culto, originado en California y dirigido por el sedicente “obispo” Jim Jones, había iniciado, a partir de 1973, el experimento de crear en la selva del Esequibo, zona básicamente despoblada y reclamada por Venezuela, una comunidad agrícola, Jonestown, sobre bases colectivistas neocomunistas, que recordaba un poco los modelos del socialismo utópico de Owen y Fourier. La masacre se inició con el asesinato de Leo Ryan, miembro demócrata de la Cámara de Representantes de los EE. UU., quien encabezaba una comisión de investigación que había viajado al Esequibo para investigar las denuncias sobre maltratos a algunos miembros del culto. El gobierno guyanés había favorecido de múltiples maneras el establecimiento del Templo del Pueblo y la secta había correspondido, entre otras cosas, apoyando al partido de gobierno, el PNC de Forbes Burnham, en las campañas electorales. En relación al Templo del Pueblo es interesante destacar lo que está claramente delineado en el libro del Latin American Bureau sobre Guyana: The Fraudulent Revolution (1984): “Para el gobierno de Guyana, uno de los propósitos útiles atendido por la existencia de Jonestown era que una población de ciudadanos norteamericanos en un territorio reclamado por Venezuela crearía las condiciones para una intervención de los EE. UU. en apoyo de Guyana, en el caso de una invasión venezolana del territorio”. Las siguientes frases del mismo Jim Jones dirigidas en 1977 a un ministro guyanés no dejan dudas al respecto: “Yo le prometo que, junto con todo mi pueblo, moriré defendiendo sus fronteras… Preferimos ampliamente morir defendiendo esta nación socialista que regresar a la tierra sádica y fascista de dónde venimos…”</div>