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NOTAS DE vidaamordepaz
Mi estadía en estas semanas en Estados Unidos me ha hecho aprender las costumbres cotidianas de los norteamericanos, específicamente el consumismo que les caracteriza.
Para quienes aún no creen que el cambio climático existe y que va a arruinar nuestra economía, nuestras fuentes de agua y nuestra salud, es importante que abran los ojos y miren alrededor.
Hace tan solo unos años, a finales del 2016, estuve en Marrakech, Marruecos, representando a Guatemala como delegada en la Conferencia de Partes sobre Cambio Climático de Naciones Unidas —COP 22. Estar en un país tan amigable y lleno de fascinantes tradiciones milenarias y costumbres ancestrales no hizo más que cautivarme, y aunque el enfoque fue un tema serio y estábamos en vías de trabajo, no dejó de sentirse la amabilidad de su gente entre las maravillas de templos, palacios, plazas y mezquitas que nos rodeaban.
Recuerdo aquellos viejos tiempos en que se consideraban los bosques y los manglares como un estorbo y había que votarlos para traer desarrollo. Hoy es todo lo contrario, y tal y como el Inab menciona en sus comunicados, “Los manglares son vida, entre más bosques, más vida y desarrollo para Guatemala”.
Hace unos días saqué al aire un programa televisivo investigativo sobre el Plan de Expansión de Transmisión (PET) que permitirá transportar la energía eléctrica entre los 15 de los 22 departamentos del país, contemplando la construcción de 875 kilómetros de líneas de transmisión y 24 subestaciones.
Se han puesto a pensar, mis queridos lectores, ¿por qué en Guatemala no logramos avanzar en materia de justicia e impunidad? ¿Por qué constantemente estamos en confrontación unos con otros, y viviendo un clima de descalificación general y desconfianza de todos contra todos? ¿Por qué no existen acuerdos de rumbo común? ¿Por qué no logramos consensos importantes, y que el Estado mantenga y fortalezca su institucionalidad?
El Instituto Nacional de Bosques tomó las riendas del parque Laguna del Pino para cambiar el panorama turbio.
Hoy les contaré una historia. Recién estuve en San Cristóbal El Alto, una de las 22 aldeas que forman el municipio de Antigua Guatemala, y créanme, amigos lectores, que me llevé la sorpresa de mi vida. Situado a cinco kilómetros del parque central, aproximadamente a 15 minutos de la misma y a una altura de 1,840 metros sobre el nivel del mar, este pequeño paraíso me dejó estupefacta.
Acabo de recordar el cuento de Hansel y Grethel de nuestra infancia. En este cuento los padres enviaron a sus hijitos al bosque donde había coyotes y lobos, al estar sumidos en la pobreza. Ellos pensaban que quizás en el bosque sus hijos encontrarían una mejor vida, de la misma forma que los padres de nuestros tiempos piensan que al irse a Estados Unidos, encontrarán una vida mejor. Hansel y Grethel encuentran una casita hecha de chocolate y dulces, que es el sueño de todo niño. Sin embargo, les sale una bruja que les pone en un calabozo. ¿Suena un poco familiar esta historia en nuestros tiempos?
Es increíble pensar que estamos tan cerca del dolor que se vive en Nicaragua pero sin poder hacer mayor cosa por nicaragüenses. Al mismo tiempo, los nicas quizás sufren por la catástrofe del Volcán de Fuego pero tampoco pueden hacer mayor cosa. Ambos países están en situaciones de terror, pero por diferentes razones.