Entre los procesos judiciales que lleva Vásquez está el de Marta (nombre modificado), con quien tiene una relación de confianza. Ambas compartieron el pasado lunes en el cumpleaños de la menor, en su hogar, ubicado en el municipio de Cobán, departamento de Alta Verapaz, 250 kilómetros al norte de Guatemala, en una pequeña fiesta con kak’ik, el plato típico local. Pero las sonrisas de la niña son pocas.
A Marta la violaron en la escuela de su aldea en 2018 cuando iba a traer a su hermana, víctima de un profesor del sistema público.
La madre, al enterarse, encaró al maestro de inmediato y también pidió a las autoridades que lo removieran de su cargo.
En la comunidad, sin embargo, acusaron a la madre de Marta de permitir que un hombre abusara de la niña y exculparon al maestro.
La escuela se encuentra a menos de 500 metros del hogar de Marta y todos los días el mismo maestro pasa frente a la vivienda de la niña. Según la familia, el profesor siempre escupe frente a la puerta y continúa su camino.
Para la niña, la situación ha sido un infierno. Ya no va a la escuela y llora desconsoladamente con el recuerdo de sus estudios.
“Los maestros tienen la legitimidad comunitaria. La denuncia de una víctima aislada no se toma en cuenta. La vergüenza y la culpa se instala en la víctima y no en el agresor”, explica la abogada a EFE.
Vásquez, de 37 años, busca una “justicia reparadora” para Marta y para las otras 22 estudiantes con denuncias realizadas por abusos sexuales de maestros del sistema público en Alta Verapaz, aunque la jurista solo maneja 12 de los 22 procesos judiciales.
Sin embargo, según diversas fuentes, la lista de niñas violadas como Marta en la región por maestros públicos podría superar el centenar, pero muchas de ellas se resisten a denunciar.
A pesar de lo difícil que es para las niñas el proceso judicial, la abogada enfatiza en que el proceso legal es reparador y el acompañamiento legal ético es importante.
En su opinión, que un juez o tribunal diga “sí es cierto” sobre la acusación de una niña ayuda a que a nivel comunitario y nacional este tipo de denuncias tengan legitimidad.
Teresa y la pintura
Teresa, otra niña cuyo proceso judicial está a cargo de Vásquez, tenía 16 años cuando fue violada por un maestro del sistema público que abusó de ella con una droga adormecedora en la bebida.
El profesor la extorsionó por tres años advirtiéndole que tenía videos y fotos del acto y consiguió mantener sus abusos hasta que la madre de Teresa descubrió lo acontecido.
“Es alguien inteligente. Le gusta la lectura y la pintura, y tiene un carácter fuerte”, cuenta Vásquez sobre Teresa, una adolescente con mucho potencial cuya alegría se fue desvaneciendo por el abuso del maestro agresor.
La abogada detalla que es común que las niñas abusadas sufran de alteración del sueño, se coman las uñas y pierdan el apetito. “Me parte el alma porque las niñas le pierden un sentido a la vida. Este abuso quiebra tanto dentro que resquebraja el alma y la psiquis”, añade Vásquez.
La situación con Teresa llegó a límites mayores cuando la niña dijo que quería morirse después de una audiencia judicial a la que asistió obligada. Durante un espacio de la misma, la niña fue al baño y se somató la cabeza contra la pared en más de una ocasión.
Una acompañante del proceso judicial de Teresa recordó que alguien le había mencionado que a la adolescente le gustaba pintar, así que contactaron a un artista que dijo que podían trabajar en su dolor mediante el arte.
Teresa empezó a pintar con el paso de las semanas y ahora lo hace con más constancia. En sus ilustraciones siempre hay una niña o mujeres, usualmente acompañado por un gato o un árbol, pero todos los contextos son siempre nocturnos con grandes lunas.
“Solo no entiendo el día, no puedo comprender la vida del día. Solo la noche tiene sentido para mí”, dice al referirse a sus ilustraciones, las que guarda todas en un portafolio rosado que ella misma decoró con dos ojos gigantes.
Lo que mas preocupa a Vásquez y a otros abogados de las niñas es que 12 de los maestros acusados no han sido removidos de sus puestos. Algunos fueron trasladados unos meses a otras escuelas, pero ya regresaron a sus funciones.
“Es una amenaza que los maestros sigan dando clases después de la denuncia. Se tergiversa el derecho al trabajo y se le da una intencionalidad distinta. El derecho al trabajo no es superior al derecho de una vida digna y tranquila de la niña”, advierte.
Mientras llega la justicia en un país donde el 90 por ciento de los casos terminan en la impunidad, la abogada trata de mantener el optimismo. En su oficina hay ilustraciones de Teresa para recordarle el progreso de la niña y como le dijo a la mamá de Marta el pasado lunes en la fiesta de cumpleaños, “así como compartimos el dolor, también podemos compartir las alegrías”.