Desde pequeño, Fernández siempre jugaba con carros de juguete y simulaba que eran ambulancia. Cuando tenía 28 años aprobó los cursos para ser parte de los Bomberos Voluntarios.
“Me gusta ayudar a las personas en lo que se pueda. Tengo el don de servicio y eso me motivó a prestar el servicio con los voluntarios”, agrega Fernández, quien ahora tiene 35 años.
El socorrista, quien tiene dos hijos, de 4 y 11 años, comenta que durante cualquier emergencia sea peligrosa siempre piensa en su familia.
“Me gusta ayudar a las personas en lo que se pueda. Tengo el don de servicio y eso me motivó a prestar el servicio con los voluntarios”.
“No sabemos si vamos a salir de las emergencias”, reconoce.
Riesgo constante
El pasado domingo, Fernández regresaba junto a su compañero Oswaldo Flores de apagar un incendio forestal en la colonia Bethania, cuando recibieron la alerta que una recicladora se quemaba.
“Dos compañeros ingresaron con todo el equipo, yo solo tenía el de acercamiento y cuando ingresé sentí un golpe de calor que me deshidrató y afectó en la respiración”, explicó el socorrista, quien fue auxiliado por otros bomberos quienes le brindaron oxígeno.
“Lo único que pasaba por mi mente era apagar las llamas. Cuando estaba afuera recibiendo atención, me di cuenta que era un gran incendio al que nos enfrentamos. El (incendio) del mercado La Terminal, creo que ha sido el más difícil en el que he estado”, señaló Fernández.
Quemaduras
Oswaldo Flores, otro de los bomberos voluntarios que trabajó por más de 12 horas en el incendio del domingo en la noche, fue uno de los primeros en llegar al lugar del siniestro y sufrió quemaduras en manos y cuerpo, debido al intenso calor.
“La radiación empezó a afectarnos, era muy fuerte. Sufrí quemaduras en las manos y cuerpo, porque mi equipo agarró fuego. Los bomberos municipales y mis compañeros me ayudaron a apagarlo”, narró el socorrista.
Después volví a ingresar y trabajamos por más de 12 horas”, agregó Flores, quien viene de una familia que se ha dedicado al servicio de la población en la estación central de los Bomberos Voluntarios, zona 3.
Oswaldo tiene 24 años y seis de pertenecer a la institución.
“Siempre nos encomendamos a Dios, para que todo salga bien y actuar como hemos aprendido. Nunca pensamos en retirarnos a pesar de las circunstancias”, comentó.