Marvin Samayoa tiene 41 años de edad y desde los 15 carga procesiones por distintas conmemoraciones y en la Cuaresma y Semana Santa, en la capital y Antigua Guatemala, Sacatepéquez.
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Durante este año cargará 35 turnos, lo que según él lo llena de satisfacción. Para Marvin es un “encuentro espiritual” que deja abierto su corazón para mantener “vivo a Cristo”.
“Todos los años aparto los turnos desde el primer Domingo de Cuaresma, en la capital y en Antigua. Mi familia me acompaña y es bueno saber que a mi hijo de 22 años también le gusta cargar”, refiere.
A pesar de que aún falta falta mucho para que este Viernes Santo llegue su turno, Samayoa se encuentra desde temprano en la zona 1 para conversar con sus compañeros cucuruchos y observar la salida de los cortejos. Una de las mejores experiencias de Marvin es platicar a solas con la imagen de Jesús del Consuelo, cuenta.
“Todos los años conmemoro la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Nunca he tenido insolación o me ha pasado algo malo por el esfuerzo que hago. Al final del día siempre hay cansancio, es normal, pero para mí vale la pena”, asegura.
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Milagro
Son las 13 horas con 30 minutos del Viernes Santo y Cristian Martínez acompaña el cortejo procesional de Jesús Nazareno de La Merced, y se encuentra a pocas calles de comenzar su turno.
Desde muy temprano salió de su vivienda hacia la zona 1, donde tiene otro turno por la noche, por lo que debe buscar los momentos adecuados para comer y tomar agua.
“Desde pequeño mi madre me llevaba a ver las procesiones infantiles de La Merced. En esos años me surgió la motivación de seguir a Dios y manifestar agradecimiento por las bendiciones”, asegura Martínez, de 36 años y 24 años de cargar andas durante la Cuaresma y Semana Santa.
Martínez cargará en 10 turnos, dos o tres al día. A pesar de caminar durante varias horas, dice no estar cansado y espera completar “la penitencia” del Viernes Santo.
“Es un agradecimiento a Dios por un año más de vida, no solo para mí, sino también para mi familia. Yo también le agradezco por las bendiciones personales que me ha dado”, expresa.
“Estudié en un colegio católico y desde allí supe el camino que debía seguir, una de las imágenes que para mí representan mucho es la de Jesús de La Merced”, dice Martínez.
Por ahora Martínez no tiene esposa ni hijos, pero dice sentirse contento con la compañía de Dios y la de su progenitora, a quien agradece haberle inculcado la devoción católica y por acompañarlo entre la multitud de cientos de fieles católicos.
“A veces es cansado, pero nunca he tenido experiencias malas durante mi turno; al contrario, he tenido conversaciones divinas y luego he recibido bendiciones, es hermoso cargar y tener esa conversación con Dios”, refiere.
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