Escuintla

Comunidades luchan por salvar el río Madre Vieja, que en verano se transformaba en un desierto

Daniel Chavarría Quintana, un adolescente de Palo Blanco, Trocha Cuatro, Nueva Concepción, Escuintla, nunca había visto correr las aguas del río Madre Vieja en el verano, pues durante más de dos décadas ese afluente no llegaba a su desembocadura en el océano Pacífico, debido al uso desmedido del recurso hídrico a lo largo de su cuenca.

El cambio se debe en gran medida al trabajo conjunto de la Mesa Técnica del Río Madre Vieja y las agroindustrias locales con las que identificó a las empresas   que utilizan el agua, se dialogó y   llegó a acuerdos para   trabajar un plan de reforestación de la cuenca para favorecer la recarga hídrica.

Paradójicamente, el río corre caudaloso en invierno, cuando los pobladores no tienen necesidad de regar sus siembras y los pozos artesanales se llenan sin mayores complicaciones, pero durante el verano han llegado los problemas, porque el río se ha secado “como por arte de magia”, según recuerdan los vecinos de Palo Blanco.

En los últimos 25 años, la mayor parte del agua del río Madre Vieja ha sido utilizada para el riego de plantaciones de caña de azúcar, palma africana, banano y hule, y en la ganadería, por lo que entre marzo y abril el cauce se transformaba en un desierto en el cual incluso las iguanas formaban sus nidos.

Esa situación originó conflictos sociales en el área, ya que residentes de 14 comunidades de Nueva Concepción y siete de Tiquisate sabían que el problema se agudizaría con el paso del tiempo, pues tenían claro que el agua era desviada hacia fincas. Otros pobladores preferían callar ante el problema que atentaba contra su seguridad alimentaria.

Punto de inflexión

El 2 de febrero del 2016 unos 150 pobladores, encabezados por el alcalde de Nueva Concepción, Otto Lima, y los sacerdotes José Luis Paiz y Édgar del Cid decidieron poner fin al problema y se dirigieron a los lugares a los cuales, según ellos, era desviado el afluente y rompieron las bordas para que el agua regresara a su cauce.

Esas acciones causaron más tensiones, pero tanto el alcalde como los dos religiosos sabían que era necesario correr el riesgo, pues río abajo las poblaciones padecían sed y la agricultura languidecía. “Ese día casi secuestramos una mano de mica —retroexcavadora— y les exigimos —a los finqueros— que rompieran la borda y punto.

Fue pulso a pulso, enfrentar al empresario no fue fácil, pero la fuerza de la comunidad dio paso a las negociaciones”, refirió Paiz, quien recuerda que ese día el grupo destruyó tres bordas de   ingenios locales.

A partir de ese momento la situación empezó a cambiar, porque el alto grado de conflictividad al que se había llegado obligó a que las autoridades del Gobierno propusieran un diálogo.

Días después se integró la Mesa Técnica del Río Madre Vieja, a través de la cual los empresarios se comprometieron a implementar sistemas de riego más eficientes para optimizar el agua y garantizar que el afluente no se secara durante el verano. Este año el río no se secó y ese ha sido un acontecimiento extraordinario para los pobladores más jóvenes, como Daniel.

Esta vez los vecinos experimentaron algo que no veían desde hacía 25 años, el afluente corriendo sin obstáculos hacia el mar, donde la combinación del agua dulce y salada es vital para los manglares y las especies que los habitan.

Alex Guerra, director del Instituto del Cambio Climático (ICC), explicó que según las dos   mediciones que efectúan por semana, el río produce 10 metros cúbicos de agua por segundo, de los cuales dos deben llegar al mar.

Guerra refirió que para alcanzar ese objetivo ha sido necesario contar con la participación de líderes comunitarios, vecinos, autoridades y empresarios, pues cuando se detecta una baja en el caudal —menos de 10 metros cúbicos por segundo— se lanza una voz de alarma para detener el riego de plantaciones mientras se recupera.

Para las mediciones, los expertos del ICC utilizan un caudalímetro o molinete de fabricación holandesa, cuyo nivel de precisión es bastante elevado, por lo que facilita la toma de decisiones, señaló Luis Reyes, director de operaciones de esa institución.

Medidas

Luego de la integración de la Mesa Técnica del Río Madre Vieja se identificaron 33 tomas de agua y 66 beneficiarios. En el pasado esa acción era considerada desvío de ríos, pero ahora cada toma tiene un registro otorgado por el Ministerio de Ambiente y a través de este las autoridades saben quién es el responsable del manejo y la forma como se utiliza el agua.

Además, las fincas productoras de caña, palma africana y banano empezaron un proyecto de reforestación de 88 hectáreas de la cuenca, con lo que crean áreas de recarga hídrica, pues las plantaciones se encuentran a 30 metros del cauce.

Roberto del Cid, jefe forestal del ingenio Pantaleón, comentó que trabajan con siete especies de árboles nativos que funcionarán como un filtro de recuperación del afluente. En total, el proyecto de reforestación tiene contemplado sembrar 130 mil árboles en los próximos dos años. En el 2017 se plantaron 48 mil.

De acuerdo con Otto René Estrada, jefe de la Unidad de Responsabilidad Social del ingenio La Unión, la industria de la caña es una de las más importantes de la región, ya que provee empleos y aporta a la economía del país —tres por ciento del PIB—, por lo que se sumaron al esfuerzo de conservación del río Madre Vieja, conscientes de que tanto ellos como las comunidades aledañas dependen del agua para desarrollar sus actividades.

Representantes de la Asociación de Azucareros de Guatemala (Asazgua) afirmaron que la forma como se solucionan los problemas en el Madre Vieja es un modelo por seguir, pues los resultados son evidentes y tanto las comunidades como las empresas viven ahora en armonía, unidas por un mismo fin: salvar al río.

Acuerdos, logros y expectativas

  • La Mesa Técnica del Río Madre Vieja trabaja en 50 kilómetros de la parte baja de la cuenca.
  • En el futuro se pretende involucrar a las comunidades de la parte alta, entre Quiché, Sololá y Chimaltenango.
  • Se busca que el uso del agua sea más eficiente a lo largo del afluente.
  • Se promueve una ley de aguas para institucionalizar su uso.
  • En 21 ríos de la Costa Sur se toman muestras de calidad del agua, con el objetivo de promover su conservación.
  • Los ríos Achiguate y Acumé están bajo vigilancia constante, pues su comportamiento es muy parecido al del Madre Vieja.

De interés regional

El modelo de conservación que se implementa en la cuenca del río Madre Vieja llama la atención a escala internacional, por lo que recientemente personal del ICC participó en la novena Conferencia de legisladores de la región, titulada “Avances y desafíos de las leyes de Agua en Centroamérica”.

Durante ese evento se expuso el caso del Madre Vieja, así como de otros seis ríos a los que se les da seguimiento a través de la Mesas Técnicas del Agua, instaladas en la Costa Sur

“El caso del río Madre vieja es uno de los más destacados, porque se ha logrado integrar a los sectores agrícolas, ganaderos, comunidades y autoridades locales, permitiendo que todos los usuarios tengan acceso al agua y, muy importante, que todos trabajemos unidos para la recuperación y conservación de la cuenca”, señaló Alex Guerra, director del ICC a través de un comunicado.

En ese evento participaron diputados de los siete países de la región, que integran las comisiones de Ambiente y Recursos Hídricos.

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