Este sábado 4 de mayo se celebra el Día Internacional del Bombero Forestal, por lo que Erik y José narran sus vivencias en este trabajo.
Erik tiene 25 años, de estos dos los ha dedicado a apagar fuegos en áreas boscosas del referido departamento.
Porta su uniforme, toma su casco y relata que ha estado en peligro durante contribuye a sofocar un incendio, “en el campamento estamos atentos ante cualquier llamado”, resalta.
Añadió que deben ser positivos para lograr controlar el fuego y trabajar en equipo para no salir lastimados o sufrir quemaduras.
Añadió que previo a comenzar su labor, entre los árboles y la maleza hacen un espacio al que llaman punto de escape para salvaguardar sus vidas en caso el fuego se salga de control.
El que da la alerta es un integrante de la brigada asignado previamente.
Este trabajo le ha permitido a Erik sacar adelante a su familia, aunque ha enfrentado peligros al inhalar humo y por el calor. “Es crítico el ardor de ojos”, dijo el socorrista.
Agregó que otro peligro al que se enfrentan los bomberos forestales es cuando al fuego ha destruido el tronco de un árbol, pues este se podría caer y matarlos.
Otro peligro es ser mordido por una serpiente, pues estas huyen conforme el fuego avanza. Erik destacó que ha que tener en cuenta que un incendio también destruye a la fauna, pues ha encontrado cadáveres de tepezcuintles y otras especies.
“Da tristeza ver a los animales quemados o cuando huyen del fuego”, externó.
El socorrista manifestó que en una ocasión ya habían controlado un incendio, pero este fue reactivado por pobladores, que se burlaba de la brigada cuando trataba de controlarlo.
“Uno en el incendio se enfrenta a distintos peligros, a veces se separa del grupo por distintas razones y queda extraviado”, afirmó.
Orgulloso de su labor
“Estoy orgulloso de ser bombero forestal, porque también salvó vida de animales”, enfatizó Erik.
El bombero hizo un llamado al pueblo de Guatemala para que tome conciencia del daño que se la hace al país al provocar incendios.
A un costado de Erik está su compañero bombero José Manuel Tesucún, de 55.
José tiene 22 años de dedicarse a esta labor, expresó que antes los incendios forestales no eran tan frecuentes, aunque recordó 1998 cuando el fuego destruyó 333 mil hectáreas en Petén, según datos del Conap. Dijo que en ese año las jornadas laborales eran agotadoras y los recursos eran menos.
El uniforme que usan está diseñado para soportar unos 10 segundos las llamas, aunque lo más importante es estar atentos para no sufrir quemaduras.
Recordó que en 1998 murió un su compañero mientras sofocaban las llamas, otra de las experiencias de José es haber sacado en brazos a socorristas que se han desmayado por la inhalación de humo.
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Explicó que en una ladera es más difícil combatir un incendio, por lo que deben tomar más medidas de precaución, de lo contrario podrían morir quemados.
Resaltó que le apasiona la conservación de la naturaleza, por lo que es importante cuidar lo que queda de recursos naturales.
Falta concienciar
José señaló que hace falta concienciar a los guatemaltecos respecto del daño que causa el fuego en el bosque, “en una ocasión vi un armadillo que se estaba quemando y un venado que huía de las llamas. Tiene que haber una política que sancione a las personas que causan el fuego”, añadió.
Resaltó que su familia le da ánimo para que continúe en esta labor, cuyo objetivo también es conservar la naturaleza. “Petén es considerado como el manto verde de la patria, en unos años será el manto negro de la patria”, dijo José respecto de los incendios forestales.
El Conap hizo un llamado a cuidar la naturaleza del país y reconocer que los bomberos forestales en muchas ocasiones recorren kilómetros a pie para llegar al área donde está el siniestro.
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