Pérez tiene ocho años como socorrista; de estos, seis en la guardia permanente. En su relato indicó que cuando llegaron al lugar el incendio era extenso y, luego de ponerse el equipo necesario, unieron las mangueras para combatir el fuego.
“Primero se analiza el área y se determina la dirección del viento, así como el tamaño y la densidad de la maleza”, explicó Pérez, quien añadió que se quemaba hojarasca rodeada de árboles grandes.
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Recordó que junto a Martínez combatían el incendio cuando se terminó el agua, por lo que su compañero con una pala trató de mover de lugar la hojarasca, para evitar que el fuego avanzara.
Pérez refirió que el esfuerzo de Martínez fue en vano, ya que en segundos el fuego lo envolvió. “Escuché los gritos de mi compañero que pedía ayuda”, expresó.
Agregó que se encontraban en una ladera y la manguera más cercana se ubicaba a unos 20 metros, por lo que sin pensarlo se acercó a donde estaba Martínez para rescatarlo, pues haberlo dejado solo pudo haber significado que muriera carbonizado.
Relata rescate
Pérez manifestó que para salvar a su compañero lo tomó por la chaqueta para sacarlo del fuego y sofocar las llamas de su equipo y el casco protector. El fuego no le causó lesiones.
La situación empeoró, pues la inhalación de humo causó que Raúl Martínez perdiera el conocimiento y eso impidió que lo llevara a un lugar más seguro. “El fuego lo teníamos a unos 25 o 30 centímetros de distancia”, afirmó Pérez.
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Añadió que trató de motivar con palabras a su compañero, pues movilizarlo era difícil por el intenso humo y lo empinado del barranco. Uno de los pasos fue quitarle la chaqueta y el casco a Martínez para tatar de ventilar su cuerpo.
Para alejarse de las llamas recuerda que lo jaló por lo tirantes, pero estos se zafaron del pantalón y este se deslizó unos metros hacia abajo. En ningún momento abandonó a Martínez y el pensamiento era que morirían quemados.
“Pensé que moriríamos. Tengo esposa, cuatro hijos y a mi madre. Pensé que quedarían solos y que nunca los vería graduados de la universidad”, comentó Pérez.
Pérez gritó pidiendo auxilio, y rogaba a Dios que detuviera el fuego. Luego, entre el humo, sus compañeros lo escucharon y accionaron para llevar mangueras y controlar las llamas.
El humo y el calor afectó las vías respiratorias de ambos, por lo que recibieron atención médica.
Raúl Martínez, el otro bombero que sobrevivió, quien tiene 38 años de servicio, dijo que cada incendio es único, pues cuando llegan para combatir uno estructural desconocen el tipo de material que se quema o qué se almacena en el lugar.
Respecto de los incendios forestales, señaló que se enfrentan a lo escabroso del terreno, difícil acceso y lo empinado del lugar.
Pedir auxilio fue clave
Afirmó que fue angustioso lo que vivió, porque trató de hacer brecha para que el fuego no avanzara, pero por ser ladera perdió el equilibrio y el fuego lo alcanzó. “Mis guantes también agarraron fuego, por lo que grité para pedirle auxilio a mi compañero. Fue difícil que me escuchara por el ruido”, relató Martínez.
Con semblante de satisfacción expresó que lo que le salvó la vida fue la hermandad y la lealtad entre socorristas, la cual es importante, pues todos dependen de todos para trabajar en equipo. “No debe haber enemistad entre nosotros”, dijo.
Recuperó el conocimiento en el hospital, pues sufrió intoxicación por la inhalación de gases.
“En la angustia, pensé que no vería de nuevo a mi familia. Nuestro lema es: entran dos salen dos”, mencionó respecto de las emergencias.
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