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Cristóbal embellece los jardines de la Universidad Rafael Landívar sin ningún complejo

Podar, barrer, cargar y cuidar plantas, son algunas de las actividades que efectúa Cristóbal Rodríguez Gramajo en la sede universitaria, de la zona 16, a pesar de no tener un brazo.

Cristóbal lleva 40 años manteniendo los jardines de la Universidad Rafael Landívar, en zona 16. (Foto Prensa Libre: Carlos Hernández Ovalle

Cristóbal lleva 40 años manteniendo los jardines de la Universidad Rafael Landívar, en zona 16. (Foto Prensa Libre: Carlos Hernández Ovalle

Mientras cientos de estudiantes universitarios apresuran el paso para llegar a tiempo a las clases y recibir cursos, en los jardines aledaños al estacionamiento  siete y cinco, suenan las afiladas navajas de acero de una tijera que es manipulada con esmero para dejar con fino arte geométrico los árboles.


El esfuerzo y dedicación se reflejan en los jardines que son el preámbulo a los parqueos en los que se estacionan cientos de automóviles. Cristóbal siempre está cerca de las plantas y árboles, su traje verde oscuro y su sombrero le dan apariencia de guardián de la jardinería, el amigo de la flora.

Algunos estudiantes se asombran al ver trabajar a Cristóbal que camina y poda los árboles sin ningún complejo, pese a que desde joven perdió el brazo derecho en un accidente. Para él no existen limitaciones.

“Muchos murmuran y se quedan admirados. Para mí, verme al espejo no es asombro, solo es el reflejo de que con esfuerzo pude encontrar un trabajo y hacerme útil para tener un empleo por 40 años. No tener el brazo izquierdo jamás fue un pretexto más para ser haragán”, reflexiona Cristóbal, quien no deja de trabajar mientras habla. 

En 1977 Cristóbal fue contratado por la Universidad Rafael Landívar para efectuar los trabajos de jardinería, desde entonces se volvió uno de los empleados más eficientes para mantener los parques en perfectas condiciones.

Han pasado 40 años y Cristóbal comprueba que es posible vencer las limitaciones: “Puedo hacer todos los trabajos de jardinería. Puedo podar árboles, recoger basura, cortar con delicadeza las rosas y me encanta este trabajo”.

Esfuerzo y dedicación

En 1974 Cristóbal trabajaba en la industria del algodón en Escuintla y en un accidente laboral, cuando tenía 23 años, perdió el brazo izquierdo.

“Cuando tuve el accidente mi esposa estaba embarazada y me ayudó en mi recuperación. Hice el reposo en Sanarate. Solo pensaba en recuperarme y trabajar para mantener a mi bebé”, recuerda.

Cristóbal asegura que la jardinería ha sido una profesión que le brindó muchas oportunidades para mejorar su calidad de vida.

“Quedarme sin brazo me hizo mejorar mis destrezas y habilidades. Para jugar futbol soy ambidiestro y para recoger la basura uso el pie izquierdo, no me costó hacer ese trabajo”, relata.

Perder el brazo no deprimió a Cristóbal y tampoco le quitó el ímpetu por trabajar: “No tuve tiempo para lamentarme y seguí usando mi azadón y machete para la milpa. La gente me decía que pidiera dinero, pero la verdad me da vergüenza hacer eso cuando puedo ganarme mi dinero”.

Cristóbal confiesa que en ocasiones, estudiantes le han regalado pasteles y magdalenas como reconocimiento al trabajo que hace en los jardines: “Me da un poco de pena recibir cosas, pero han salido del corazón de la gente y también devuelvo el gesto al recibir”.

El amigo de los jardines ha mostrado sus destrezas y los fines de semana es contratado para cuidar de la flora de casas particulares en otras zonas de la ciudad.

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