Ciudades

Negocios de antaño luchan por sobrevivir ante la modernidad de la ciudad

Encontrar ciertos negocios en la ciudad de Guatemala es cada vez más difícil, debido a que la modernidad los ha condenado a la extinción; sin embargo, algunos luchan por sobrevivir y continúan satisfaciendo las necesidades de sus clientes.

Sonia Lucrecia Chajón Hernández, propietaria de la Farmacia Madrid, en la 9ª. calle entre 8ª. y 9ª. avenidas de la zona 1. (Foto Prensa Libre: César Pérez)

Sonia Lucrecia Chajón Hernández, propietaria de la Farmacia Madrid, en la 9ª. calle entre 8ª. y 9ª. avenidas de la zona 1. (Foto Prensa Libre: César Pérez)

Hasta hace unos años, negocios como sastrerías, talleres de reparación de calzado, ventas de hilos y botones o farmacias con recetario -botica- formaban parte del diario vivir de los capitalinos, y por eso era común encontrarlas en las calles de la ciudad.
 


El tiempo ha pasado, y no ha sido en vano, pues con él también se han introducido modernas formas de adquirir los servicios que en épocas pasadas eran prestados exclusivamente por dichos comercios.
 
Las boticas o farmacias con recetario son un ejemplo, ya que en el pasado eran la única forma como los guatemaltecos accedían a medicamentos, pero en la actualidad han desaparecido casi por completo.
 
En la 9ª. calle 8-61 de la zona 1 se encuentra la farmacia Madrid, fundada en 1930 con el nombre de farmacia Coronado y que hoy en día es una de las pocas que ofrece el servicio de boticario.

Ese lugar resguarda un legado histórico, pues su propietaria, Sonia Lucrecia Chajón Hernández, posee gran cantidad de artículos, fórmulas, extractos, medicamentos y libros de registro que datan de la década de 1930.
 
Chajón Asegura que la farmacia Madrid ha contribuido durante muchos años con la salud de los guatemaltecos, gracias a las fórmulas que en ella se elaboran.
 


Chajón es la boticaria de la farmacia y cuenta que en la actualidad muchos médicos refieren a sus pacientes para que les elabores algún medicamento, principalmente dermatológico.
 
Añadió que dentro de la historia que resguarda, posee 13 libros, en los que están plasmadas miles de órdenes de receta, en los que se detallan el nombre del médico,  paciente, medicamentos y la dosis sugerida.
 
El almacén B. Kirsch Suc&co es otro ícono de la ciudad, pues desde hace más de 90 años que ofrece artículos de mercería, en la 9ª. calle, entre 8ª. y 9ª. avenidas de la zona 1.

En ese negocio se encuentra todo tipo de artículos para costura y sastrería, siendo su fuerte la venta de hilos y botones importados.
 
Lucy Coy, administradora del almacén, explicó que en la actualidad es difícil encontrar negocios que se especialicen en la venta de ese tipo de productos, en los que la alta calidad es el denominador común.
 
Agregó que el negocio fue fundado por su abuela y que gracias a la variedad de artículos que venden se ganaron la aceptación de los clientes.
 


“Muchos de los clientes que nos visitan también lo hicieron cuando mi abuela administraba el negocio, lo que demuestra que los guatemaltecos se identificaron con nuestra calidad de servicios. Muchos de los negocios de antaño de la ciudad han desparecido, porque a las nuevas generaciones ya no les importa conservarlos”, dijo Coy.
 
Los talleres de reparación de calzado están casi extintos en el centro de la ciudad, por lo que para encontrar uno es necesario recorren muchas calles y avenidas.

Uno de los pocos lugares donde reparan calzado está en la 11 avenida, entre 16 y 17 calles de la zona 1, en la zapatería El Sol, allí, Vicente González, de 58 años, se encarga de restaurar los zapatos que le llevan.
 
Como la reparación de calzado es una práctica cada vez menos frecuente, González la combina con la fabricación, por lo que siempre tiene algo que hacer.
 
Asegura que la decadencia en la reparación de zapatos se debe a muchos factores, como la importación de zapatos, los que, por lo general, se encuentran a precios económicos, y por eso las personas prefieren comprar que reparar.
 


Añadió que quienes aún reparan sus zapatos son aquellas personas que utilizan calzado de piel y por eso invierten en revitalizarlos antes de comprar otros de menor calidad.
 
Una reparación de zapato oscila entre Q10 y Q150, dependiendo el tipo de trabajo que requiera, cuanta González.
 
Otras de las actividades que ha decaído debido a la modernidad es la sastrería, pues cada día hay menos personas que gustan de vestir un traje a la medida.
 
Esa actividad empezó a decaer en 1990 con el ingreso a Guatemala de la industria maquilera, pues muchos sastres dejaron sus actividades para trabajar en una de ellas, ya  que  en ese entonces ofrecían mejores salarios que los que ganaban en sus talleres.

Desde 1979, Rufino Coy viaja todos los días desde Patzún, Chimaltenango, para atender su sastrería, en la 9ª. avenida, entre 12 y 13 calles de la zona 1, donde gracias a la calidad de su trabajo sus clientes continúan buscándolo.
 


Coy aseguran que las sastrerías han ido desapareciendo lentamente, debido a que muchos jóvenes le perdieron el interés a esa actividad; además, cuenta que los clientes son escasos, porque en las ventas de ropa de paca las personas encuentras artículos económicos, aunque raras veces a su medida.
 
Añadió que su especialidad es la confección de ropa para dama, pero eso no significa que no pueda trabajar un elegante traje para caballero.
 
“La gente que nos busca es la que le gusta vestir con calidad y elegancia, pues los trajes se confeccionan a la medida del cliente”, comentó.

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