Ciudades

Adultos mayores residen en refugio con la calidez de una familia

“Yo soy don Natalio Castillo”, así se identifica uno de los 50 adultos mayores bajo el resguardo de la Asociación de Beneficencia   Amparo de San José de Huehuetenango. 

Un grupo de adultos mayores residentes del hogar Amparo de San José participa en una sesión de terapia ocupacional. (Foto Prensa Libre: Mike Castillo).

Un grupo de adultos mayores residentes del hogar Amparo de San José participa en una sesión de terapia ocupacional. (Foto Prensa Libre: Mike Castillo).

El anciano trabaja de voluntario en la elaboración de cascarones, los cuales venden para el sostenimiento del refugio, fundado por religiosas, que abriga a ancianos abandonados por sus familiares o que viven en condiciones de extrema pobreza.


Castillo pasa sus días entre terapia ocupacional, ejercicios y la elaboración de cascarones. En el hogar encontró una familia, junto a sus compañeros y  el personal conviven con esa filosofía, pese a las carencias que afrontan, pues aunque tienen un edificio moderno, subsisten con  base a  donativos.

A sus 86 años no pierde el sentido del humor al hablar de sus orígenes y recordar que vivió en San Isidro, La Democracia, luego se trasladó a Huehuetenango, donde fue llevado al refugio.

Compañerismo

Catarina Juan Baltasar, originaria de San Sebastián Coatán, con una sonrisa asegura que si no fuera por la compañía de los ancianos con los que convive su vida sería complicada, pues sus parientes la olvidaron luego de que se vio obligada a migrar a la cabecera durante el conflicto   armado interno.

Refirió que fue el párroco Fredirick del Valle quien la llevó al refugio, donde ha encontrado amigas a quien consolar cuando están tristes al recordar a sus familiares.  “Si nos quedamos afuera, quién va a velar por nosotros, mejor estamos contentas aquí”, dijo.

Angélica López Mazariegos es la inquilina de más reciente ingreso en el hogar. Dice que tiene 99 años, por lo que su edad ha causado que su memoria le falle, comenta mientras ríe a carcajadas, luego se pone triste al recordar a sus parientes y lamenta no poder ayudar con dinero a quien se acerca a conversar.

Recuerda que en su juventud solía apoyar a sus vecinos y a los niños con quienes compartía, en su natal Quetzaltenango. Tiene un mes de haber ingresado en el refugio y cuenta que ya tiene amigas con quienes comparte la alegría de vivir cada día.

Tránsito Godínez pasa sus días rodeado de retazos de papel, tinta, cáscaras de huevo y cartones. El trabajo de hacer cascarones es parte de la terapia. En ese oficio participan de manera voluntaria los ancianos que desean hacerlo y eso los hace sentirse útiles, indicó.

Doris Mateo Cobón, en representación de la administradora, explicó que esa institución fue fundada el 19 de marzo de 1977 por la hermana Carolina María Ramos Monzón y un grupo de laicos de esa ciudad.

Hogar digno

El principal objetivo es ofrecer un hogar digno a las personas de la tercera edad y solo trabajan con adultos mayores en total abandono o   en extrema pobreza. En la actualidad atienden a 50 personas, 26 mujeres y 24 hombres. Hay un grupo que es totalmente dependiente que se encuentra en un área especializada.

El trabajo del personal consiste en ofrecer un ambiente de hogar a los ancianos, a quienes se les brinda talleres, terapia ocupacional, fisioterapia, apoyo psicológico, actividades recreativas, socioculturales y motivacionales para que sus últimos años sean de calidad.

Viven de donativos

Doris Mateo Cobón explicó que solo logran reunir el 30 por ciento del presupuesto del refugio, por lo que acuden a la población para donaciones, ya sea de efectivo, voluntariado o cualquier tipo de ayuda.

Hizo un llamado a quien quiera sumarse al esfuerzo de ofrecer calidad de vida para los adultos mayores, lo cual puede ser enviado al hogar, en la 3a. calle de la zona 10 de Huehuetenango.
Durante el año se hacen colectas, maratones y se reciben aportes de iglesias, universidades y planteles educativos,   todo en beneficio de los residentes del hogar.

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