La historia narra que San Francisco de Asís, en el siglo XII, fue el primero en elaborar un nacimiento en Greccio, Italia, para la Navidad de 1223, con el permiso del papa Honorio III, en el que escenificó la natividad del Niño Dios.
“El nacimiento que elaboró San Francisco de Asís no necesariamente fue con figuras, fue más un auto sacramental —pieza de teatro religioso—”, comentó Urquizú, quien relató que los nacimientos tuvieron mayor apogeo con la llegada del rey Carlos III de España —siglo XVII—, quien también fue monarca de Nápoles, e impuso un nacimiento estilo napolitano con figuras de porcelana.
Adopta tradición
Urquizú agregó que en épocas pasadas México adoptó la tradición de los nacimientos europeos, y Guatemala, al ser parte del arzobispado de aquel país, puso en práctica varias de las costumbres, muchas de la cuales se mantienen, como las posadas y en menor escala, la quema de la piñata de siete picos, que representa los siete pecados capitales.
El historiador comentó que, en el siglo XVI, en Guatemala se empezaba a celebrar la Natividad de Cristo con la quema del diablo, el 7 de diciembre; posteriormente con la Virgen de Concepción, la Virgen de Guadalupe, hasta llegar la Nochebuena.
“Por ser cultura hispánica, las celebraciones se desarrollaban a partir de las 18 horas y la Navidad comenzaba con una misa a primera hora, por lo que fue denominada Misa de Gallo”, comentó Urquizú.
En 1743 se fundó el Arzobispado de Guatemala, por lo que se adoptaron nuevas costumbres, entre ellas los nacimientos temáticos y con figuras de barro elaboradas por artesanos de Chinautla.
Emblemáticos
En la provincia se hacen nacimientos vistosos y de grandes dimensiones, los que reúnen cada año a miles de personas, pues algunos son colocados en calles y hoteles.
En San Pedro Yepocapa, Chimaltenango, este año plasmaron de nuevo un gigantesco nacimiento frente al edificio municipal. Mide 23 metros de largo y seis de ancho, por 5.5 de alto. El lema es el regalo enviado del cielo.
En Tecpán Guatemala, Chimaltenango, la familia Rosales González se empeñó en elaborar el nacimiento en su hogar, tradición que viene de un siglo atrás. Las figuras del misterio datan de esas fechas y son consideradas reliquias”, comentó Marta González, integrante de esa familia.
En Huehuetenango, la familia Pellecer Cano vuelve a mostrar al público su nacimiento gigante, elaborado con productos y piezas reciclables. En esta ocasión logró plasmar 10 escenas temáticas basadas en los relatos del Evangelio de San Lucas y San Mateo.
El nacimiento cubre el espacio de una sala y está en exhibición en el hotel Zaculeu, de la cabecera.
En Retalhuleu, desde hace 17 años la familia Huitz cumple con la tradición de los nacimientos y utiliza figuras provenientes de distintos países, y resaltan las imágenes de la Virgen de Concepción, de Guadalupe y las de José y María.
“No usamos figuras modernas y nos apegamos a las relatos bíblicos. Más que un nacimiento es un monumento dedicado a Dios”, señaló Wilber Huitz.
La familia Sion, en ese mismo departamento, trabajó este año en un nacimiento en homenaje a las víctimas del derrumbe en El Cambray 2, Santa Catarina Pinula, por lo que representaron el deslizamiento de tierra y las casas soterradas. Esa familia elabora sus nacimientos con sentido ecológico, desde hace 16 años.
En Totonicapán, Francisco Say y sus parientes ocupan gran parte de su vivienda, en Chotacaj, Pasaje El Nazareno, para elaborar el nacimiento, tradición que data desde 1942.
Una de las peculiaridades de ese nacimiento es el Niño Dios, que, según Say, está en poder de la familia desde hace más de un siglo.
Por O. Felipe, J. Tizol, M. Castillo, V. Chamalé, J. Rosales, L. Sapalú y R. Miranda.