Hurtado dijo que las personas que emprenden ese tipo de viajes conocen de los peligros a los que se exponen, pues no se trata de algo desconocido, pero deciden arriesgarse para tratar de obtener una vida mejor.
“Para todo migrante existen peligros, pero para las mujeres indígenas es mayor el riesgo. Las féminas adultas o menores, son en su mayoría víctimas de abuso sexual, discriminación por el hecho de no hablar el español e inglés”, relató Hurtado.
Según Hurtado, la discriminación acompaña a las mujeres desde el comienzo del viaje, y esta se da por parte de compañeros indocumentados centroamericanos, algunas autoridades y delincuentes que se encuentran en la ruta.
Añadió que si tienen la suerte de llegar a EE.UU. aceptan trabajos con horarios inhumanos.
Resaltó que el impacto emocional en las víctimas es dramático, porque causa trastornos de personalidad y les afecta psicológicamente, por lo que sugirió atención psicosocial para quienes son deportados.
Hurtado señala que el problema más grave para los migrantes es que no existen programas para reintegrarlos a la sociedad cuando retornan deportados, y que la única atención que se tiene con ellos es entregarles una refacción.
María Alejandrina Gómez, representante de la Diócesis de Huehuetenango, indicó que los costos para viajar de forma ilegal a los Estados Unidos, oscilan entre Q22 mil y Q60 mil, y que depende si se trata de un niño, adulto, hombre o mujer.
Añadió que el fenómeno de la migración tiene muchos matices y desafíos por atender, porque una de sus consecuencias es la ruptura del tejido social.
Aseguró que las personas que se someten a uno de esos viajes sufren dolor por la separación con sus seres queridos, además del sacrificio físico que implica exponer su vida en el trayecto, el cual está plagado de peligros y abusos de muchas personas.
