Con apenas unos 300 ejemplares en estado silvestre, las guacamayas rojas encabezan la lista de las especies en “grave” peligro de extinción a causa de la caza furtiva para el comercio ilegal de vida silvestre, la pérdida de su hábitat impulsada por incendios forestales intencionales, la ganadería y la expansión de asentamientos humanos.
Por lo anterior, surgió el proyecto de conservación en el que se captan polluelos de bajo peso o se extraen de los nidos el tercero o cuarto huevo para ser criados en laboratorios a cargo de conservacionistas, pues en la naturaleza esos pichones por lo general no sobreviven.
Luego, cuando los polluelos maduran son colocados en jaulas de vuelo para que se adapten a la naturaleza a donde son liberados cuando el tiempo lo amerita. Otros pichones criados en laboratorio se colocan en nidos silvestres de crianza cuando las condiciones lo permiten.
De acuerdo con las autoridades, gracias a proyectos como este se ha incrementado el número de guacamayas libres, pues se trabaja en la protección del hábitat, se hacen monitoreos de anidación, evaluaciones del uso de hábitat y distribución de sitios de anidación; además, se construyen nidos artificiales y se da educación ambiental en comunidades locales.
El Conap hace un llamado a la población a no comprar animales que son patrimonio de la nación. También recomienda denunciar el tráfico de especies en la Fiscalía de Delitos Contra el Ambiente del Ministerio Público al 59900014, en Diprona al 45032107/30325596 o en el Conap al 1547.