El primero de sus hijos sufría y como nunca asistió a algún centro asistencial creció con retraso en el peso y talla. Con los otros dos es diferente, puesto que, aunque también padecen desnutrición crónica asiste al Programa Contra la Desnutrición Pop Wuj, que brinda asistencia en tres comunidades de Quetzaltenango.
El grupo trabaja desde hace cinco años en las aldeas La Victoria y Buena Vista, de San Juan Ostuncalco, así como en el cantón Llanos del Pinal de la cabecera del departamento, su objetivo: cambiar el futuro de los niños con desnutrición crónica. A la fecha han atendido a 550 menores.
El propósito es identificar a pequeños desde los 6 meses con el padecimiento para que se recuperen y que a los 3 años tengan un mejor desarrollo nutricional.
Desde que empezó a funcionar el programa, la asociación viaja una vez al mes a las comunidades, con equipo médico, suplementos nutricionales, juguetes, medicinas, alimentos y la convicción de combatir la desnutrición.
De acuerdo con la Secretaría de Seguridad Alimentaria y Nutricional, sede de Quetzaltenango, en el 2015 se reportaron 718 casos de desnutrición aguda y en el 2016 hubo 616. El Área de Salud, por su parte, indicó que el 46% de los infantes padece desnutrición crónica. Solo en San Juan Ostuncalco, el 50% de los niños la padece.
Testimonios
“Tengo tres hijos, el mayor también tenía desnutrición pero yo no sabía del programa, y por la edad ya no puede recuperarse. Mis hijos menores tuvieron una oportunidad. He visto cómo aumentaron de peso y cómo están más dinámicos”, dijo Saraí, 23 años, al llegar a una cita.
Las madres cuentan a sus conocidas acerca del programa, con lo cual otras llegan a pedir ayuda.
“Mi hija se está recuperando, ella tenía desnutrición pero ahora ha ganado peso y está creciendo. Antes se enfermaba mucho”, cuenta Amalia Fuentes, con la ayuda de un traductor de mam, debido a que no habla español.
El grupo Pop Wuj carecía de un espacio físico para atender a madres de San Juan Ostuncalco, por lo cual lideresas de las comunidades les prestaron el espacio en una vivienda en Llanos del Pinal, Quetzaltenango, donde se instalan una vez por mes. También tienen una guardería para apoyar a las madres que asisten al programa.
Los integrantes de la asociación están conscientes de que la desnutrición crónica perpetúa el círculo de la pobreza.
“Los niños que no se recuperan van a tener un coeficiente intelectual más bajo del 20 por ciento. En el futuro no tendrán buen empleo y se va repetir la historia de pobreza”, afirma Carmen Alvarado, coordinadora de los programas sociales de la agrupación.
La asociación da seguimiento a los niños que ingresan al programa para asegurarse de su recuperación, por lo que hacen visitas mensuales a las comunidades para pesar y medir a los infantes, a quienes se les brindan suplementos nutricionales claves para el adecuado crecimiento, como la Incaparina.
Da resultados
Los responsables del programa estiman una tasa de efectividad de entre el 90 y 98 por ciento. “Lo más gratificante ha sido el despertar de las familias, acostumbradas a que sus hijos no terminaban los estudios, a estar enfermos siempre, a ser pobres. No todo cambiará rápido, pero los niños tendrán un futuro diferente”, dice Alvarado.
Estos son los suplementos que se dan a los infantes.
• Nutributter: producto suplementario elaborado a base de proteína de maní y leche de 100 kcal para pacientes menores de dos años.
• Maní Plus: producto elaborado a base de proteína de maní y leche de 220 kcal, utilizado un mínimo de seis meses en niños con desnutrición crónica.
• Plumppy Nut: alimento listo para consumir a base de proteína de maní avalado por la Organización Mundial de la Salud.
Carlos de León, pediatra del programa, señala que las familias tienen malos hábitos alimenticios, ya que incluyen en su dieta “galguerías y aguas gaseosas, por irónico que parezca”.
Los gastos para la atención de los niños son cubiertos por la asociación Pop Wuj, la organización Timmy Global Health y la Fundación Todos Juntos, que forman una sociedad cuyo objetivo es salvar a los niños con desnutrición.
Alvarado indica que necesitan recursos económicos para comprar los suplementos alimenticios, así como para el pago de transporte, alimentación y el pago de honorarios de
profesionales.
El costo promedio para atender a un niño durante dos meses es de US$25 —unos Q183—. Quienes deseen colaborar pueden hacerlo por medio del voluntariado, con donaciones de Incaparina, juguetes y ropa. Se puede contactar a la asociación a través de su página de Facebook.
Niños sufren secuelas
La desnutrición crónica afecta la talla y desarrollo cerebral del ser humano debido a la falta de nutrientes necesarios durante un período muy largo. Tiene consecuencias a largo plazo en el desarrollo del niño.
Cuatro de cada 10 menores, de 5 años, en Quetzaltenango, tienen el padecimiento, y ocho de cada 10 son indígenas del área rural. La desnutrición crónica provoca menos retentiva en la escuela, menor productividad, hace a los infantes más propensos a adquirir enfermedades y les merma el coeficiente intelectual.
Estos niños obtienen entre 10 y 15 puntos menos en las pruebas de desarrollo mental en comparación con los menores sanos. El tiempo estimado para la recuperación de los pequeños es de seis a 30 meses, aunque depende de cada caso. Los padres juegan un papel importante, ya que deben cambiar hábitos alimenticios y tomar en cuenta las recomendaciones de los médicos.
El 60% de las familias que atiende la asociación Pop Wuj vive en extrema pobreza, subsiste con menos de un dólar al día.