Quetzaltenango

Capturan infraganti a presunto violador de una menor de edad en Quetzaltenango

Juan Gómez Cabrera, de 43 años, fue sorprendido por la Policía Nacional Civil (PNC) cuando abusaba de una niña de 12 años en el interior de un vehículo, el suceso ocurrió en Concepción Chiquirichapa, Quetzaltenango. El Juzgado de Turno ligó a proceso al detenido por violación con agravación de la pena.

Juan Gómez Cabrera, de 43 años, fue sorprendido por la Policía cuando abusaba de una menor de edad. (Foto Prensa Libre: PNC)

Juan Gómez Cabrera, de 43 años, fue sorprendido por la Policía cuando abusaba de una menor de edad. (Foto Prensa Libre: PNC)

La Policía reportó que vecinos de la aldea Duraznales en Concepción Chiquirichapa denunciaron la noche del pasado viernes que un desconocido rondaba el área en un picop verde oscuro y supuestamente tenía en su poder a una menor de edad.

Los agentes que fueron enviados a la comunidad localizaron el automotor y acercarse para identificar al conductor descubrieron que un hombre forcejeaba con una persona, al intervenir descubrieron que la víctima era una menor de edad que fue llevada a un centro asistencial.

Gómez Cabrera fue apresado y trasladado al Complejo Regional de Justicia donde un juez de turno le hice saber el motivo de detención y lo ligó a proceso por el delito de violación con agravación de la pena.

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Según la Policía, Gómez Cabrera habría raptado a la menor de un centro educativo en la ciudad altense, pero el Ministerio Público informó que ese extremo está bajo análisis.

El detenido fue enviado a prisión provisional mientras el Ministerio Publico concluye la investigación para presentar la acusación formal contra Gómez Cabrera.

Desde 2009 existe en Guatemala la Ley Contra la Violencia Sexual, Explotación y Trata de Personas, que ha contribuido a condenar a algunos agresores, pero miles de niñas aún siguen dando a luz cada año producto de violaciones.

Sexting alcanza a uno de cada siete niños

Uno de cada siete menores de 18 años puede estar involucrado en sexting, una práctica que consiste en el envío de mensajes sexuales, erótico o pornográficos a través del teléfono inteligente.

La cifra fue dada a conocer en un encuentro de Maestros Enlace, en el que participaron alrededor de 500 docentes del país, cuyo objetivo fue capacitar a los educadores sobre los peligros que los menores pueden encontrar en internet y el uso de redes sociales, para que sirvan de guía a padres de familia y a los estudiantes para enfrentar el problema.

Los datos también revelan que 1 de cada 4 jóvenes ha recibido contenido sexual a través del internet. Esta práctica, al igual que el grooming -acciones emprendidas por un adulto para acosar y abusar sexualmente a un menor, el acercamiento se da a través de internet- y el chantaje sexual, se convierten en instrumento para llegar a delitos como actividades sexuales remuneradas con personas menores de edad, que, según datos de la Secretaría contra la violencia sexual, explotación y trata de personas (Svet), hasta septiembre de este año se cuentan 23 denuncias.

Otro de las faltas en los que se puede incurrir es la producción de pornografía de personas menores de edad, que registra ocho denuncias, y la comercialización o difusión de pornografía de personas menores de edad, 31.

Caso real

Óscar Gil, tiene nueve años de trabajar como docente en la escuela oficial urbana mixta jornada vespertina de Sumpango, reconoce que la tecnología está inmersa en todas las áreas y la educación no es la excepción. Sin embargo, hay peligros a los cuales los menores están expuestos, por lo que la supervisión de los adultos en el uso de la computadora o teléfonos inteligentes es necesario.

“La desintegración familiar no es solamente no convivir en una sola casa, sino también el no convivir estando juntos en una mesa. Estamos en un momento familiar y todos con el teléfono en la mano, eso hay que irlo trabajado”, mencionó.

Recordó el caso de un niño de su municipio cuya fotografía se volvió viral en las redes sociales. Lo que era una broma de amigos se convirtió en bullying cibernético. La situación afectó la autoestima del niño, al punto que salir a la calle se volvió una tortura para él. Los padres debieron intervenir para parar el problema.

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