Víctor Valdez, gerente de una casa de empeño de Xela, refirió que Quetzaltenango y Alta Verapaz son los departamentos donde más cortes y huipiles se reciben como prenda.
“Los cortes tienen un valor alto y por eso decidimos recibirlos, para que las personas tengan una opción. Este año empezamos y muchas personas ha traído sus prendas de vestir tradicionales”, comentó Valdez.
Agregó que el valor de los trajes típicos varía, según el tipo de tejido, material con el que están confeccionados y la antigüedad.
En ese negocio se observan trajes de Almolonga, Zunil, Cantel, así como de Totonicapán, Sololá y otros lugares del occidente del país. Muchas de las personas que empeñan los trajes típicos ya no los recogen, por lo que los venden a precios bajos.
Necesidad económica
Una ama de casa, quien pidió omitir su nombre y llevó su traje típico a la casa de empeño, dijo que la necesidad económica la obligó a empeñar el atuendo que usaba para fiestas, el cual consiste en huipil, corte y perraje.
“Tenía una emergencia y no me pagaron el valor real, pero me ayudó, espero recuperarlo porque fue un regalo de mi mamá”, explicó.
Julia Coyoy, vecina quetzalteca, dijo que es lamentable que la falta de empleo motive a las personas a empeñar los trajes típicos, pues es una opción para agenciarse de fondos para alimentarse o sufragar gastos básicos.
“Desde el punto de vista de identidad no se considera correcto, pero si es para una necesidad es válido”, comentó Coyoy.
Marina Nimatuj vende trajes típicos nuevos. Dijo que de cierto modo esa práctica es competencia y señaló que los conocedores de la calidad de los trajes típicos no compran usados, sino nuevos, aunque los precios son elevados.
“Hay huipiles que cuestan hasta Q5 mil, pero los confeccionamos por encargo. Los normales pueden costar Q600 y los cortes variados, Q1 mil o más”, expresó.
Se pierde identidad
René Xicará, de la Dirección de Investigaciones del Centro Universitario de Occidente, comentó que es lamentable que la falta de efectivo y empleo motive a las personas a empeñar los trajes típicos en Quetzaltenango.
“Esto refleja cierta crisis económica en las familias indígenas y culturalmente ya no se está tomando la identidad, se está desvalorizando. Ahora lo que interesa es recuperar la inversión que se hizo en un traje”, explicó.
Eva Chaclán, reina indígena de Umial Tinimit Re Xelaju’j No’j 2016 —hija del pueblo de Xelajú, en k’iche’—, opina que es lamentable que se recurra al empeño de la indumentaria porque de inmediato se devalúa.
“Se rompe una tradición, porque antiguamente las madres se los heredaban a sus hijas, principalmente los trajes ceremoniales, como en el caso de las candidatas a hija del pueblo, que utilizamos esos trajes, porque no pierden color y tienen un valor histórico incalculable”, aseguró Chaclán.