El río San Francisco en Panajachel, uno de los dos principales afluentes del Lago de Atitlán, descarga sin tregua aguas malolientes arrojadas por las poblaciones asentadas en los alrededores del manto acuático.
“La culpa es de los drenajes”, señala Tomás sin estar lejos de la realidad. Según estudios de diferentes organizaciones privadas y públicas, las aguas residuales son la principal causa de la contaminación.
Le siguen la basura sólida y los químicos usados en las actividades agrícolas en los 15 poblados mayas kaqchikel, tz'utujil y k'iche' que rodean el lago enclavado entre montañas, a mil 562 metros sobre el nivel del mar, con un espejo de agua de 125 km2 y una profundidad máxima de 320 metros.
Degradación
Además de su belleza natural, Atitlán también atrae por las leyendas que se tejen sobre él.
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Algunas teorías apuntan a que el aviador y escritor francés Antoine de Saint-Exupéry se inspiró en el Cerro de Oro para dibujar la silueta del elefante y la boa en el libro “El Principito”.
Otro relato mágico se cuenta sobre el Xocomil, un fuerte viento que azota las aguas y que tiene origen en el amor trágico de una princesa y su amado.
Pero en los últimos años, el lago de agua dulce ha estado “enviando alarmas de que algo está mal”, dijo Mónica Orozco, directora del Centro de Estudios Atitlán de la Universidad del Valle de Guatemala.
La experta señaló que en 2009 y 2015 experimentó un “florecimiento enorme” de cianobacterias debido a que las fuertes lluvias arrastraron desechos y nutrientes como fósforo y nitrógeno. Otro caso similar ocurrió hace dos años.
“Atitlán está pasando por un proceso de degradación alarmante. El agua se está quedando sin oxígeno”, señaló Orozco, al explicar que la “vida acuática está sufriendo mucho” por esa causa.
Precisó que la situación se complica más porque las aguas del lago de origen volcánico no drenan superficialmente.
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El Consejo Nacional de Áreas Protegidas ha detectado cuatro tipos de cianobacterias que son estudiadas para determinar si existe toxicidad.
En varias playas del lago es evidente el crecimiento de algas que contrasta con la belleza de todo el complejo, entre ellas Samabaj, un sitio arqueológico subacuático descubierto en 1996 y bautizado como la Atlántida Maya.
“El lago como cualquier otro, con el aumento de la población está sufriendo un deterioro”, señaló Luisa Cifuentes, directora ejecutiva de la Autoridad para el Manejo Sustentable de la Cuenca del Lago de Atitlán y su Entorno (Amsclae).
Se estima que la zona es habitada por unas 360 mil personas que con sus actividades diarias causan el desgaste al lago, a la que se le suma la fuerte presencia de turistas locales y extranjeros, indicó.
Plantas de tratamiento
Con las crisis de 2009 y 2015 varias acciones se implementaron para tratar de contener la contaminación, como campañas para fomentar el manejo de basura y se generó “una mayor sensibilidad social”, agregó Ernesto Celada, coordinador de la iniciativa ProAtitlán.
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Comentó que el mayor problema en el lugar son las aguas negras.
Cifuentes señaló que 13 plantas de tratamiento de aguas sucias trabajan alrededor del lago, que resultan insuficientes para contener la contaminación.
A corto plazo, las autoridades prevén la restauración de esas plantas “para hacerlas eficientes” y reducir las descargas nocivas que llegan al lago.
Otra posibilidad más lejana es la creación de un gran colector de aguas negras que rodee toda la cuenca del lago de Atitlán, puntualizó Cifuentes.
Pocos de los actores involucrados en la conservación se atreven a establecer los años que le faltan a Atitlán para entrar en un proceso crítico de contaminación parecido al Lago de Amatitlán, cercano a la capital y convertido en toda una tragedia ambiental.
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