Luis Hernández González, historiador eclesiástico, explicó que es una tradición prehispánica combinada con actividades católicas, que surgió después de la toma de Noh Petén por los españoles.
Se cree que las tres calaveras pertenecían a hombres itzaes, y el ritual consiste en llevar una de ellas en procesión, en la que feligreses se turnan para portarla y hacer rogativas y agradecimientos.
Hernández señaló que en el pasado se utilizaba una docena de calaveras, pero en la actualidad solo quedan tres, las cuales son exhibidas durante estos días, pero el resto del año permanecen en resguardo en el templo católico.
Barriletes gigantes
Augusto Rucal, síndico de Sumpango, Sacatepéquez, refirió que hoy se lleva a cabo la 38 edición del Festival de Barriletes Gigantes, en el que participan más de 60 grupos de jóvenes que expondrán sus trabajos ante unos cien mil visitantes.
Además, Berta Santos Con, presidenta de la Asociación Santiaguense para el Desarrollo Cultural de Santiago Sacatepéquez, refirió que esperan recibir a más de 125 mil turistas, entre nacionales y extranjeros, al 116 Festival de Barriletes Gigantes que celebran hoy.
Añadió que se expondrán trabajos de 16 grupos de jóvenes que durante los últimos meses elaboraron los barriletes de entre 15 y 20 metros de diámetro.
De alto riesgo
La Carrera de las Ánimas es uno de los principales atractivos de Huehuetenango, la cual se lleva a cabo cada 1 de noviembre en Todos Santos Cuchumatán, y que consiste en que jinetes ebrios cabalguen a gran velocidad en una pista de 800 metros de largo por 12 de ancho.
El cronista huehueteco Fermín Herrera describió que los orígenes de esa tradición se remontan a la Conquista, cuando los españoles introdujeron a esas tierras los caballos, pero los indígenas no podían montar, y en un acto de valentía desafiaron la fuerza de esos animales, a los que montaban sin silla y sin freno.
En ese entonces los participantes utilizaban gallos que colgaban y los pasaban jalando para ofrendar la sangre a las ánimas. La creencia señala que si uno de los jinetes muere durante la carrera habrá prosperidad en el pueblo.
Rituales
En Cubulco y Rabinal, Baja Verapaz, la población practica rituales sincréticos, en los que se funde la cosmovisión maya y el catolicismo.
Desde la tarde del 31 de octubre, vecinos colocan altares en sus casas con fotos de sus difuntos y en el cementerio decoran sus tumbas con flores y frutas, y encienden velas para recibir, a las 18 horas, la visita de sus seres queridos, lo que es conocido como El Recibimiento, según el cronista Virgilio Yol.
En Tecpán Guatemala, Chimaltenango, familias suelen almorzar junto a la tumba de sus finados, y llevan güisquiles, jocotes, atol de elote y los platillos preferidos de sus muertos. También les llevan bebidas alcohólicas, si a estos les gustaban. Al retirarse del camposanto dejan un plato de comida y un vaso de licor para que, según la tradición, el finado coma durante la noche, señaló el cronista Domingo Juracán.
Integrantes de la familia Coló Tián expresaron que pasan la mayor parte de esos dos días en el cementerio, en busca de acompañar al espíritu de sus difuntos y para que estos sepan que no los han olvidado.
El agricultor Rosendo Sol, de 75 años, contó: “Antes me iba al cementerio con mis hijos, salíamos a las cuatro de la madrugada de la casa, pero ahora es más alegre, ya que van mis nueras y mis nietos. Ya estoy más viejo, pero ahí vamos siempre con el ánimo de recordar a nuestros seres queridos”.
Innovaciones
Otras tradiciones son menos peculiares, pero igual de importantes para los vecinos, como la Serenata Huehueteca, que se organiza la noche del 31 de octubre en el parque central y calles de la cabecera, en la que grupos de marimba y mariachis deleitan al público con su mejor repertorio. La madruga del 1 de noviembre, los músicos van a los cementerios para agasajar a los difuntos, relató Yolanda Alfaro, de la Casa de la Cultura local.
Hay prácticas que comenzaron en años recientes y podrían convertirse en tradiciones, como el Baile de Disfraces Las Ánimas, que desde hace 11 años lleva a cabo sus presentaciones en la aldea San Miguel Morazán, El Tejar, Chimaltenango, y que surgió por iniciativa de Jacinto Teret.
Desde hace tres años, un grupo cultural de San Cristóbal Totonicapán celebra de forma diferente el Día de Todos los Santos, pues además de decorar tumbas con veladoras y flores también leen poesía.
Flores para los Muertos es el nombre del programa, que por tercera ocasión se repetirá hoy, a partir de las 18.30 horas, en el Cementerio General de ese municipio, por iniciativa del proyecto Arte, Cultura y Poesía.
El gestor cultural José Diego Puac señaló que este evento reúne a artistas locales, nacionales e internacionales, pues llegan poetas del sur de México.
También relatan leyendas como El Sombrerón y La Llorona, así como historias locales, entre las que destacan La Volteadora, que trata sobre un guardián del cementerio que sale por las noche para sonar las campanas de este, y quien silba y tira piedras a quienes pasan por las cercanías.
También La Taconuda, una dama que recorre calles del barrio San Sebastián, y que el sonido de sus zapatos la delata, pero no es posible verla.
“En un principio temíamos que la gente no participara; sin embargo, nos causa mucha emoción y alegría que durante tres años consecutivos realicemos la actividad, pues las personas recuerda de una manera peculiar a sus seres queridos”, señaló Renata Méndez, una de las organizadoras.