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Traficantes de especies silvestres acechan a guacamayas y loros

Ocho de cada 10 animales silvestres que son sacados de su hábitat por traficantes mueren antes de llegar a su destino, lo que causa alarma, pues las poblaciones disminuyen a ritmo acelerado.

Las guacamayas rojas son una de las especies más perseguidas por los traficantes. (Foto Prensa Libre: Rigoberto Escobar)

Las guacamayas rojas son una de las especies más perseguidas por los traficantes. (Foto Prensa Libre: Rigoberto Escobar)

El tráfico de animales silvestres pone al borde de la extinción a numerosas especies, principalmente de aves, como las guacamayas y los loros, cuya predilección se evidencia cuando se dice que hay más en cautiverio que en estado salvaje.


El blanco principal de los traficantes, que operan en zonas boscosas como Petén, son esas aves, que en el mercado negro tienen alta demanda.

El tráfico de especies es la segunda causa de pérdida de biodiversidad en el mundo, después de la depredación de los hábitats, señalan fuentes del Consejo Nacional de Áreas Protegidas (Conap).

De acuerdo con la Dirección de Manejo de Bosques y Vida Silvestre del Conap, la extracción ilegal y la explotación insostenible causan una drástica disminución de poblaciones de especies silvestres, que desempeñan un papel fundamental en el equilibrio de los ecosistemas.

Unas 30 especies de aves se encuentran en peligro de extinción en el país y el tráfico no se detiene. Según el Conap, los traficantes sacan   los pichones de sus nidos y debido al maltrato que estos reciben, ocho de cada 10 mueren.


Un ejemplo del impacto del tráfico de animales en el país es que la guacamaya verde se   extinguió desde hace muchos años. Además, en la actualidad   solo quedan unas 300 guacamayas rojas en libertad, y se cree que hay más ejemplares en cautiverio que en su hábitat natural.

Aunque no se tienen cifras sobre cuánto dinero genera el tráfico de animales, las autoridades aseguran que es el tercer negocio ilegal más grande y lucrativo en el mundo, por lo que instan a la población a que se abstenga de comprar ejemplares en mercados, ventas ambulantes y por internet.

Algunos mamíferos como venados y monos también son afectados por el tráfico, aunque su mayor enemigo es la caza ilegal, señalan ambientalistas.

Acciones

Marvin Martínez, director del Conap en Petén, dijo que junto a la Policía Nacional Civil (PNC) hacen revisiones en carreteras, ríos y lagos. Añadió que sus esfuerzos se fortalecen entre marzo y mayo, cuando los mamíferos y las aves están en temporada de reproducción, pues las crías son vulnerables.

Williman Castillo, jefe de la División de Protección a la Naturaleza (Diprona) de la PNC en ese departamento, explicó que los traficantes utilizan cualquier vía para burlar los controles policiales; por ejemplo, algunos drogan a los animales y los llevan en compartimientos especiales, incluso en los motores de los vehículos.

Agentes de la Diprona montan operativos contra el tráfico de animales silvestres, en Petén. (Foto Prensa Libre: Rigoberto Escobar)

Fernando Martínez, director de la Asociación Rescate y Conservación de Vida Silvestre, dijo que atienden unos 300 ejemplares de 40 especies que han sido incautadas a traficantes. Estos animales son sometidos a un proceso de readaptación antes de ser liberados en su hábitat.

El Conap, en su documento “Lista de Especies Amenazadas de Guatemala reporta aproximadamente 30 especies de aves en las categorías uno  y dos, que considera casi extintas y en grave peligro, respectivamente.

Las más perseguidas

  • Guacamaya roja: tráfico y pérdida de hábitat
  • Loro cabeza azul: tráfico y pérdida de hábitat
  • Loro nuca amarilla: tráfico y pérdida de hábitat
  • Quetzal:   pérdida de hábitat
  • Pavo de cacho: tráfico, pérdida de hábitat y cacería

Prisión

El artículo 82 de la Ley de Áreas Protegidas, decreto 4-89, establece que el tráfico ilegal de flora y fauna silvestre será sancionado con prisión de cinco a 10 años y multa de Q10 mil a Q20 mil a quien ilegalmente transporte, intercambie, comercialice o exporte ejemplares vivos o muertos, partes o derivados de productos de flora y fauna silvestre amenazadas de extinción.

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