“En el skate, no hay realmente un entrenamiento, sales, patinas y si te diviertes más es que estás progresando”, explica a la agencia AFP Matheron desde Carlsbad, pequeña localidad cercana a San Diego, Estados Unidos, donde se instaló hace dos meses.
“Respetamos el confinamiento, intentamos llevarlo bien, no vemos a nadie, lo que es duro. Todos tenemos ganas de patinar, de hacer grandes trucos, pero respetamos la situación, si no, no saldremos de esta”, señala el marsellés de 21 años.
Matheron, especialista del bowl, (patinar en una pista inclinada) y sus dos compañeros de piso, también skaters, han fabricado un ‘jump’ “para divertirse” y patinar en el garaje. Completan sus jornadas con partidas de videojuegos.
Piscinas abandonadas
Matheron se ejercita además con la comba y hace flexiones, lejos de sus jornadas de surf y ‘skate’ en piscinas abandonadas, solo diez días antes.
California, Estados Unidos decretó más tarde que Francia el confinamiento total. En Long Beach, al sur de Los Ángeles, donde vivía desde hace un mes, Milou intentó disfrutar al máximo antes de volver a Francia: “¡Estar un mes sin hacer en nada es volverse loco!”.
“Podíamos patinar en cualquier lado, sin tener a nadie cerca, era el único cuando patinaba fuera”, señala después de llegar a su casa, en Tarnos (Landas), el sábado.
El francés de 23 años, campeón de Europa en 2019 en figuras en un parque que reproduce el mobiliario urbano, patinó en lugares vacíos de la ciudad californiana, que todavía no había decretado el confinamiento.
“La mayor parte de los lugares para patinar están en las escuelas, sobre todo primarias debido a su arquitectura, los ‘rails’ son pequeños para ser accesibles a los niños. Las mesas para comer se convierten en superbancos para patinar”, describe.
Sitios a los que solía ir los fines de semana, pero “fue la primera vez que pude ir a las escuelas durante la semana”, señala en relación con el cierre decretado, anterior al confinamiento.
Su terreno, las escuelas
Con dos patinadores locales, acudió cada día a escuelas cerradas. A veces unos minutos, con suerte unas horas, dependiendo del tiempo que tardara la policía en echarlos.
“Los agentes son comprensivos, son educados, una llamada con el megáfono y salimos, eso es todo, nunca tuvimos mayores problemas”, puntualiza.
Ahora a Milou le tocará mantener el físico a punto, con fortalecimiento muscular en una alfombra y especial atención a las rodillas.
En Lyon, Aurelien Giraud, adepto del ‘street’, tiene problemas para llevar con paciencia el confinamiento.
“Me molesta no poder patinar, es mi pasión por encima de todo”, deja claro. Para sobrellevarlo, lo hace en el garaje y en la acera delante de su casa.
Para matar las horas muertas en esta época extraña, se dedica a su otra pasión, hacer retoques mecánicos en su moto, además de un poco de deporte en el parque de su barrio.
Pero no hay nada que alivie a estos auténticos adictos de la calle, que no entrenan en el sentido estricto del término, cuando el mundo vive tiempos de confinamiento.