“Yo no quería ser gay, pedí a mi doctor que me castrara químicamente”, confesó el colegiado, que está considerado entre los mejores del mundo.
Owens, de 45 años, reveló que cayó enfermo, llegando a sufrir bulimia.
“Arbitrar una final de la Copa del mundo entre Australia y Nueva Zelanda, ante 85 mil personas en el estadio y millones de telespectadores, te mete muchísima presión. Pero, a pesar de eso, no es nada comparado con el hecho de aceptarme a mí mismo, tal como soy”, explicó el árbitro.
“Conseguir que aceptara lo que era me salvó la vida”, prosiguió Owens, quien ha estado presente en los mundiales de 2007, 2011 y 2015.
Además, el colegiado relató que intentó suicidarse mezclando whisky con paracetamol.
“Si no estás contento con lo que eres, no te convertirás en la mejor versión de ti mismo ni destacarás en lo que haces. No apreciarás la vida”, aseguró el galés, que pasó cinco días en el hospital tras la tentativa de suicidio.