La idea era que, si habían podido esperar 108 años por un título de la Serie Mundial, varias horas más no suponían ningún sacrificio, sino todo lo contrario.
Tres miembros del Salón de la Fama, Ryne Sandberg, Fergie Jenkins y Billy Williams, izaron los banderines de los dos títulos previos de la franquicia y el que conmemora el título de la Liga Nacional conseguido el año pasado.
El inicialista Anthony Rizzo tuvo el honor de levantar por primera vez la bandera que simboliza el campeonato más reciente en la Serie Mundial, seguido por el resto de los compañeros.
Rizzo alzó el trofeo, tras volver al terreno, lo que derivó en más ovaciones del público que llenó el parque antes del duelo ante los Dodgers de Los ngeles, que comenzó también con una demora de casi dos horas.
Era un momento que generaciones de aficionados no habían conocido y la pregunta entre los presentes era si llegarían a vivir lo suficiente para verlo de nuevo.
La inercia perdedora de los Cachorros cambió la pasada temporada cuando, después de estar abajo 1-3 en la Serie Mundial al mejor de siete, ante los Indios de Cleveland, ganaron los tres partidos consecutivos que hicieron el milagro del esperado y ansiado triunfo deportivo.
El Wrigley Field se inauguró en 1914, pero los otrora “Adorables Perdedores” no se mudaron ahí sino en 1916.
“Lo mejor de todo lo ocurrido el año pasado fue que pudimos ser parte de algo más grande que nosotros mismos” , declaró Theo Epstein, presidente de operaciones de los Cachorros, artífice de su reconstrucción y de acabar con la sequía de títulos más larga del deporte profesional estadounidense.
“Nos sentimos identificados con los fanáticos, la organización y la ciudad. Ya saben, se dice que la gloria es efímera, y lo es. Pero la bandera ondeará por siempre, y ese sentimiento de lograr algo así durará por siempre también. Para mí, eso es lo que este momento simboliza” , subrayó Epstein, que hizo posible que la llamada “Maldición de la Cabra” quedase enterrada para siempre.
Epstein sabía algo de conjurar maldiciones y sequías en octubre de 2011, cuando llegó a Chicago. Ganó dos campeonatos como gerente general de los Medias Rojas de Boston, que no se habían coronado desde 1918.
Sin importar los años que habían pasado, el ánimo de celebración sigue arraigado en Chicago. El despliegue de los banderines junto con la entrega de los anillos coronaran el miércoles los merecidos festejos, que tantos años tuvieron que esperar para volver de nuevo el legendario Wrigley Field.