“Quería irme con un último gran ‘show’. Esta fue seguro mi última pelea”, dijo Mayweather, que a diferencia de su rival en el duelo del sábado en Las Vegas, el campeón de artes marciales mixtas Conor McGregor, no parece dispuesto ya a arriesgar mucho.
No es la primera vez que anuncia su retiro y se vuelve atrás, así que nunca se sabe, pero con 40 años y un récord de 50-0, regresar al cuadrilátero sería una apuesta demasiado fuerte incluso para el excéntrico pero calculador púgil norteamericano.
En los últimos años, Mayweather eligió bien sus combates al enfrentarse a un Manny Pacquiao lejos de sus mejores tiempos y a un inexperimentado de 23 años como Canelo Álvarez.
Así preservó su hoja impoluta y construyó un aura de grandeza que lo llevó a ser el boxeador más rentable en el pago por visión. Al mismo tiempo, sin embargo, Mayweather se ganó una justificada fama de aceptar enfrentamientos con poco riesgo y disputar peleas aburridas.
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Después de dos años sin competir, el campeón se midió en su último duelo con un oponente que nunca antes había disputado un combate de boxeo profesional.
El irlandés, que nunca había peleado más de cinco rounds, presentó batalla en los primeros compases, pero Mayweather, un genio del contragolpe y la defensa, impuso su maestría y resistencia a partir del sexto parcial y liquidó el trámite en el décimo con un k.o. técnico, el primero que lograba desde 2011.
En cualquier caso, la calidad del combate superó las expectativas de muchos expertos, que habían calificado el duelo como un “show” publicitario para gloria y beneficio de Mayweather.
Ambas cosas resultaron en cierta medida ciertas, pues el norteamericano se retira superando al fin el mítico récord que compartía con Rocky Graciano de 49-0 y con una bolsa estimada en 300 millones de dólares.
McGregor, que apareció en la rueda de prensa posterior a la pelea con gafas de sol y un vaso de whisky, se quedó con otros cien, pero sobre todo elevó su caché gracias a una actuación mejor de lo que se esperaba.
“Es mucho mejor de lo que pensaba”, dijo Mayweather sobre su rival de 29 años. “Creo que hemos ofrecido a los fans lo que querían ver”, agregó el estadounidense, que sentía que “debía” algo al público tras la floja pelea que disputó ante Pacquiao.
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Según datos de los organizadores, el combate volvió a batir récords de ingresos. El tour publicitario fue enorme, y tanto Mayweather como McGregor saben cómo enardecer a los fans con declaraciones altisonantes. Solo en venta de entradas se recaudaron al parecer 80 millones de dólares, mientras que en “pay-per-view” se superó la marca de los 4,6 millones de paquetes vendidos de 2015 ante Pacquiao.
McGregor quiere aprovechar su buena pelea en Las Vegas para dar un salto más en su carrera. En la ciudad de los casinos prometió que su próximo reto será algo grande, aunque no concretó el qué. Dana White, presidente del Ultimate Fighting Championship (UFC), describió así a su campeón: “Es un individuo raro, especial. Está deseoso de jugárselo todo. Los grandes siempre arriesgan, y Conor McGregor es un tipo así”.
Lo que no parece probable es que el irlandés, que aún tiene contrato con el UFC, vuelva a adentrarse en el corto plazo en el boxeo. Tampoco Mayweather regresará al ring: “Tras 21 años en el boxeo tuve algunas grandes peleas y algunas aburridas, pero siempre seré recordado como un ganador”.