señaló David Ortiz.
Ortiz, que había llorado en el montículo del Fenway Park cuando salió a despedirse por última vez de los fanáticos del equipo que reclamaron su presencia para ovacionarlo, reconoció que había vivido un tipo muy especial de emociones, diferentes a las anteriores de las últimas semanas.
La primera ocasión fue cuando supo de la muerte del lanzador cubano José Fernández, de los Marlins de Miami, que el pasado 25 de septiembre falleció a los 24 años de edad en un accidente marítimo.
La segunda vez fue el último fin de semana de la temporada regular, al recibir tres homenajes de parte de los Medias Rojas previo a cada juego de Boston en su serie contra los Azulejos de Toronto, en el Fenway Park.
La tercera la noche del lunes cuando el público del Fenway pidió que el dominicano saliera a saludarles una última vez con el uniforme puesto tras la eliminación de los Medias Rojas.
“En realidad, las primeras dos veces al menos sabía que iba a seguir jugando beisbol, que faltaban más juegos”, declaró Ortiz en rueda de prensa. “Pero (el lunes) cuando caminé hasta el montículo (para saludar a la fanaticada), me di cuenta de que era la última vez que iba a hacer eso como jugador. Ahí se me fueron las emociones”, agregó.
Campaña de ensueño
Aunque se fue de apenas 9-1 en los tres juegos contra los Indios, Ortiz se despidió con la mejor última temporada de jugador alguno en la historia de las Mayores en cuanto a bateo se refiere.
Encabezó las Grandes Ligas en slugging con .620, en OPS (porcentaje de embasarse más slugging) con 1.021 y fue líder de la Liga Americana en empujadas con 127, para acompañar sus 38 jonrones.
Ortiz conectó 541 cuadrangulares en una carrera de 20 años, con un mil 769 carreras impulsadas.
Su impacto en la ciudad de Boston ha sido incalculable, desde sus aportes en los primeros tres títulos de los Medias Rojas (2004, 2007 y 2013) desde 1908 hasta su presencia en la comunidad de la región de Nueva Inglaterra, además de la República Dominicana, del que se siente “muy orgulloso” de representar de todas las maneras posibles.
“Él va a tener un lugar especial en los corazones de mucha gente”, destacó el piloto de los Indios, Terry Francona, que dirigió a Ortiz durante ocho años en Boston y le ayudó a ganar con los Medias Rojas los banderines de la Series Mundiales del 2004 y del 2007.
No faltaron los homenajes durante toda la temporada regular en los estadios de los equipos rivales de los Medias Rojas, en los que recibió todo tipo de regalos y sobre todo el reconocimiento a su clase como deportista y persona.
Los actos culminaron el 2 de octubre, último día de la campaña regular, con una espectacular celebración en la que se anunció que un puente y una calle cerca del estadio llevarán el nombre de David Ortiz, además del retiro inminente del número 34 de “Big Papi”.