Flanagan no pudo evitar las lágrimas sobre el podio, una mezcla de emoción y tristeza por haberse impuesto en uno de los maratones más prestigiosos del planeta después de haber vivido una de las semanas más trágicas para Nueva York.
“Soñaba con ganar una carrera como ésta desde que era una niña, no logro describir lo que siento”, explicó la subcampeona olímpica en Pekín 2008 en la prueba de 10.000 metros.
La estadounidense cruzó la meta en 2 horas, 26 minutos y 53 segundos, un minuto por delante de Keitany. El tercer puesto fue para la etíope Mamitu Daska (2h 28 min 08 seg).
“Los últimos días han sido difíciles para los neoyorquinos, para nuestro país y me repetí durante toda la carrera que no habría mayor regalo que sacarle una sonrisa (con una victoria)”, explicó.
El alcalde Bill de Blasio había dicho el miércoles que no suspendería la carrera, un día después de que un atentado yihadista dejara ocho muertos y 12 heridos en Manhattan, no lejos del memorial en homenaje a las víctimas del 11 de septiembre.
“Ver cómo se disputa esta prueba, que reúne a gente y a culturas diferentes del mundo entero, es la peor de las pesadillas para los terroristas”, declaró el alcalde antes del comienzo de la competencia, que reunió a 50 mil corredores y a dos millones de espectadores.
“Esta jornada es increíblemente importante para Nueva York y para el mundo entero”, estimó De Blasio.
Máxima seguridad
El martes, el uzbeko Sayfullo Saipov embistió con una camioneta de alquiler a ciclistas y peatones en una ciclovía de Manhattan. El hombre de 29 años dijo pertenecer al grupo yihadista Estado Islámico, que reivindicó el atentado, y afirmó haber elegido el día de Halloween “para estar seguro de que habría mucha gente en las calles”.
La ciudad decidió aumentar la protección para la carrera, estacionando más camiones de arena cerca de la ruta para prevenir ataques con vehículos, posicionando a más policías en los techos y desplegando más unidades anti-francotiradores.