Cambio de vida
Caal buscó en el atletismo una salida al alcoholismo, en el que estuvo inmerso durante cinco años, pero fue su primera entrenadora, Herlinda Xol, quien le dio un ultimátum.
O escogía seguir bebiendo o se entrenaba para llegar a destacar en las competencias, ya que tenía las condiciones, pero no podía desarrollarlas por el vicio.
Su casa, situada en la aldea San Marcos, en San Juan Chamelco, es de condición humilde, y tiene tres ambientes de madera, piso de tierra y láminas. En el primero se encuentran sus trofeos, medallas, el televisor y unas bancas de madera; en el siguiente duerme con su esposa y sus tres hijos, y en el último se ubica la cocina.
“Esta es una herencia que recibió mi esposa, no es mío”, confesó el atleta.
Pero los que sí conocen su trayectoria como corredor son los vecinos de la aldea, pues con solo preguntar en dónde vive, cualquiera indica el lugar exacto.
Caal recuerda con agradecimiento que Herlinda Xol, en varias ocasiones, sufragó sus gastos para que compitiera, e incluso gastos personales y familiares, ya que siempre ha sido de escasos recursos, y los únicos trabajos que había desempeñado eran de agricultor, cargador y ayudante de albañil.
El nacional quedó huérfano a los 18 años y únicamente llegó a cursar segundo primaria. “Por eso mi español no es muy bueno y apenas puedo leer y escribir unas palabras”, resaltó.
“Empecé a correr en el 2005 y fue en el 2010 cuando me uní al equipo de Herlinda Xol. En mi primera competencia, en Cobán, hice un tiempo de 1:19.14 horas”, recuerda.
Hace siete meses, Caal pasó a integrar al equipo de Carlos Trejo, que es apoyado por Caña Real, y aseguró en ese entonces que su objetivo era mejorar el tiempo en la carrera Max Tott, de 1:10.34 segundos, pero no se imaginaba ser el mejor guatemalteco en la carrera del domingo recién pasado.
El corredor está casado con María Chub Cuc, y sus hijos son Miguel Ángel, de 8 años; Wendy Magdalena, 5, y Meybin Anabella, 2.