Cuando todos los sueños y expectativas de vida parecían complicarse, Rueda encontró en el tenis adaptado la fortaleza para continuar y superar los retos.
Fue así como en el 2010 aprovechó unas clínicas impartidas en la Federación de Tenis de Campo por un entrenador estadounidense y una española. Ellos, junto al técnico guatemalteco, Giovanni Rangel, le mostraron el deporte y fue ahí donde comenzó el amor a las raquetas.
“Dios me ha guiado y dado la fuerza. Además ha sido importante el apoyo de la familia y amigos. Ha sido una aventura progresiva, donde me ha ayudado ponerme metas y objetivos claros”, comparte Rueda, quien se entrena a diario en las canchas de la zona 5.
En siete años en el tenis adaptado, Julio ha logrado crecer en nivel y trayectoria. Actualmente, se encuentra ranqueado número dos a escala Latinoamericana y en el puesto 24 en el escalafón mundial de la Federación Internacional de Tenis (ITF).
Su corazón palpita al ritmo de la pelota y la raqueta. Su energía esta puesta en lograr clasificarse a los Juegos Paraparalímpicos de Perú 2019 y a los Paralímpicos de Tokio 2020.
Está consciente que falta mucho camino por recorrer, pero está seguro que con el apoyo del Comité Olímpico Guatemalteco (COG) y la iniciativa privada, logrará hacer realidad su meta. Por el momento continúa quemando etapas en lo internacional.
Aceptación
Desde el accidente, la forma de ver las cosas cambió por completo para Rueda, de 35 años. “Hay personas que se complican la vida porque se les paró una mosca. En mi caso me tocó estar en silla de ruedas, otras personas no pueden ver, hablar y siempre se las arreglan, es lo mismo que hago ahora”, comparte.
De niño, Julio siempre fue amante del deporte, junto a su hermano Byron disfrutaron de practicar el baloncesto y levantamiento de pesas. El atleta agradece a sus padres Rigoberto y Eleonora por estar siempre con él, pues fueron fundamentales para graduarse de ingeniero en Sistemas y ahora como tenista profesional.
El año anterior ganó el Torneo ITF3 en Barranquilla, Colombia. Ese mismo año fue campeón compartido de otro torneo ITF3 en Chile. “Estaba para ganar, pero la lluvia nunca se quitó y la organización decidió compartir el título”.
La categoría de Rueda es la quads, que son lesiones altas. En Guatemala no tiene rivales y por eso juega en la abierta. El tenis adaptado en el país está en desarrollo y a escala centroamericana solo El Salvador y Costa Rica tienen atletas.
“La Federación de Tenis siempre me ha apoyado, pero considero que hace falta mucho más para seguir compitiendo a nivel internacional. Los atletas que están entre los mejores 15 del mundo juegan 10 torneos como mínimo al año”, aseguró.
En el 2017, Julio ha participado en cuatro eventos. Actualmente juega el Torneo ITF3, en Chile y las dos primeras semanas de marzo estuvo en el Open de Arizona, que era ITF2; y en de Luisiana, nivel ITF1, que es en el que juegan los primeros del ranquin mundial.
Satisfecho
“El tenis me ha cambiado la forma de pensar. Soy una personas más centrada y dedicada. Me dio otro estilo de vida, algo bueno para mi salud”, aseguró el ahora seleccionado nacional.
Agrega que este deporte le ha permitido ser más responsable, pues ha tenido que seguir un régimen de vida para mejorar la alimentación, menos fiestas más entrenamientos.
“Vivimos en un país donde a la mayoría de deportistas nos cuesta transcender. Es especial en el tenis adaptado, que no tienen ninguna asignación presupuestaria. Aún si, se tiene apoyo, pero falta mucho”, indicó.
Julio no le pone frenos a sus sueños, ni a su silla de ruedas, por eso no le da miedo decir que su máxima ilusión es ganar una medalla en unos Parapanamericanos y en Paralímpicos. “Los sueños no tienen límites”, subrayó.