Deporte Nacional

Mateo Flores: A cuatro años del fallecimiento de la leyenda del Atletismo

El 11 de agosto de 2011quedó grabado en la historia del deporte guatemalteco, cuando la leyenda del atletismo Doroteo Guamuch Flores se despidiera de este mundo para continuar su viaje a la gloria.

La humildad y el deseo de superación acompañaron los pasos sobre el asfalto, dentro y fuera de la competencia deportiva, de Mateo Flores, que el 11 de agosto de 2011,  cerró el ciclo de su existencia terrenal a los 89 años.

Desde que vio la primera luz en 1922, en la Aldea Cotió, Mixco, hasta ese día que dejó de existir en su residencia —en la calzada que fue bautizada con su nombre, que será recordado por siempre—, Doroteo Guamuch Flores dedicó su vida a correr y a luchar, no solo contra el cronómetro sino frente a otras dificultades, para tener una mejor vida junto a su familia.

Su existencia, dedicada al deporte, principalmente al atletismo, aunque la combinó con el futbol y brevemente con el golf, le llevó a alcanzar logros que a la fecha forman parte de las hazañas más importantes del deporte nacional.

La vida de don Mateo transcurrió entre el sacrificio de trabajar en diferentes lugares —como la empresa textil Mishan y Vila o el Mayan Club de Golf, como caddy—, para poder sostener el hogar que compartió junto a María Luisa Cifuentes y sus hijos.

Mateo Flores fue un atleta que lo dejó todo por Guatemala. Su máxima motivación fue siempre representar de buena manera al país. En las innumerables entrevistas, a las que muy atento accedió, no se cansó de repetir que “los atletas corrían por amor a la patria y no por dinero”.

Lo anterior obligó a que sus entrenamientos fueran por las noches y a sacrificar diferentes aspectos de su vida para mejorar su rendimiento, incluso sin usar calzado en varias ocasiones.

Imborrable marca

Con el paso del tiempo y sus triunfos en la ruta, el apoyo de amigos como Max Tott, que décadas atrás dirigía la Federación Nacional de Atletismo, fue clave para encontrar el éxito en el Maratón de Boston de 1952, y luego establecer la residencia que habitó hasta su último día.

Flores, que tuvo el privilegio de llevar el Pabellón Nacional durante la inauguración de los Juegos Olímpicos, Helsinki 1952 —primera vez que Guatemala asistió a las justas—, también se desarrolló como profesor de Educación Física, además de convertirse en entrenador.

Luego de su retiro, su figura permaneció como una de las más influyentes dentro del ámbito deportivo y una referencia para diferentes ámbitos de la sociedad guatemalteca.

En el estadio que lleva su nombre vivió importantes momentos, como el encender el pebetero de los Juegos Centroamericanos de 1986 y ser el primer corredor en la pista sintética del mismo, cuando esta se inauguró en 1996.

Grandes momentos

El Maratón de Boston fue la competencia que lanzó a la fama a Mateo Flores, quien seis años antes consiguió su primera medalla en el ciclo olímpico, al dominar el Medio Maratón de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, en Colombia 1946, y los 10 mil metros planos; una proeza titánica, por tratarse de dos eventos exigentes.

En 1950, en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, celebrados en Guatemala, Flores siguió con su dominio y se volvió a colgar la medalla de oro en el Medio Maratón y los 10 mil metros planos.

En las páginas de la historia del deporte guatemalteco también quedará grabado el nombre de Mateo Flores como el primer atleta en conseguir una medalla de oro en Juegos Panamericanos, en las justas de 1955 en México, al ganar el Maratón con un tiempo de 2 horas, 59 minutos, 9 segundos.

Sin embargo, una de sus mejores marcas fue la de Boston, al registrar 2 horas, 31 minutos, 53 segundos.

ESCRITO POR:

ARCHIVADO EN: