Además, los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Managua 2017 marcaron un antes y un después para la corredora, que participó por primera vez en una competencia del ciclo olímpico y ahora sueña con llegar a Tokio 2020.
A sus 28 años ha encontrado el momento perfecto en el que se han mezclado la madurez y la experiencia acumulada desde su adolescencia.
En Nicaragua, Chalí ganó la prueba de diez mil metros y terminó en el segundo lugar en la de cinco mil. La veloz corredora guatemalteca no oculta la emoción que le causó poder subir a lo más alto del podio y escuchar las notas del himno nacional como recompensa a su esfuerzo. Nacida en una familia humilde, es la tercera de cinco hermanos.
Desde pequeña inició su pasión por correr, heredada de su papá, Rubén Chalí, entrenador y mentor, que también compitió cuando era joven, aunque sin tanto éxito como Merlin.
El estadio Guillermo Slowing de Amatitlán, ha sido la casa en la que ha pasado la mayor cantidad de horas de duros entrenamientos, practicando en la pista de terracería, en la que se ha convertido en una atleta fuerte, con temple y carácter.
Sin embargo, para conseguir los objetivos debe hacer algunos sacrificios. Su padre comentó que en el plan de trabajo para este año se ha bajado la cuota de carreras dominicales en las que competirá, y que solamente lo hará en las carreras más reconocidas, como la Max Tott y la del Ingeniero.
Además, incrementarán el trabajo en pista y programará varios días para entrenarse en el estadio nacional Doroteo Guamuch Flores, ya que la superficie sintética es la más apta para preparar su participación en Barranquilla.
Complicada lesión
Durante el 2017, Merlin luchó contra una fuerte lesión que no le ha permitido mostrar su capacidad al máximo. Se trata, una inflamación en la planta del pie que produce dolor al caminar.
Chalí asegura que ha estado tratando este mal, el cual comenzó al utilizar un nuevo calzado deportivo, al que no estaba acostumbrada.
La confianza en Dios ha sido su motor durante toda su carrera como deportista.
“Gracias a él tengo el don de correr, uno tiene planes y Él es el que dispone”, asegura Chalí, quien confiesa que ha pasado momentos muy difíciles, pero Dios nunca la ha dejado.