Los galeses finalizaron primeros de la llave con seis puntos, seguidos por Inglaterra con cinco, tras su 0-0 en Saint Etienne contra Eslovaquia, que quedó tercera con cuatro unidades y a la espera de ser uno de los mejores cuatro terceros de las seis llaves.
Rusia se marchó como cuarto con un punto y un enorme fracaso a cuestas de cara a 'su' Mundial de 2018, para el que tendrá que reconstruir su equipo.
Al terminar primero, Gales chocará en segunda fase ante al mejor tercero de las llaves A (Albaia), C (por ahora Irlanda del Norte) o D (hasta hoy República Checa).
Dentro del estadio estuvo el ultranacionalista ruso Alexandre Chpryguine, expulsado de Francia el sábado pasado por su participación en los violentos enfrentamientos con hooligans ingleses en Marsella el 11 de junio, pero fue detenido cuando presenciaba el partido en las gradas.
Bale, el Dragón asesino
El once de Chris Coleman arrancó como una topadora y puso enseguida a los rusos, que necesitaban si o si los tres puntos, contra las cuerdas al minuto de juego con su as Bale, autor de tres tantos en el torneo y nuevo goleador de la Eurocopa, quien avisó con un bombazo que desvió bien el portero Igor Akinfeev.
Fue el preludio de una contienda en que Gales se paró en el centro del ring y controló a su rival hasta el final de la primera campana.
A los 11 minutos llegó el primer directo que entró de lleno: Joe Allen metió un pase quirúrgico para Ramsey, quien se le picó a Akinfeev para el 1-0.
A los 20 minutos, Taylor dejó groggy a los rusos al pescar un pase involuntario hacia atrás de un defensa, cuando Bale atacaba, y en el mano a mano disparó al pecho del portero, pero el rebote le cayó y libre la mandó al fondo de la red. El zurdo del Swansea no gritaba un gol desde 2010, cuando jugaba en un club de la quinta división inglesa.
El equipo ruso casi no tuvo respuesta. Apenas un susto para el portero galés Wayne Hennessey con una buena parada cara a cara ante el punta Artem Dzyuba, que atrapó un pelotazo de arco a arco de Akinfeev. Eso marcaba la falta de frescura en el once de Leonid Slutsky, que parecía una sombra.
Sam Vokes se comió el tercero en un mano a mano (30) y Bale no tuvo suerte primero con un cabezazo apenas alto (31) y una bomba que desactivó Akinfeev tras un jugadón en solitario del crack del Real Madrid.
En el segundo capítulo, Bale volvió a verle la cara a Akinfeev, ya gran figura de la noche, pero el ruso le cerró enseguida y lo dejó sin espacios para marcar el tercero (55).
Pero lo buscó tanto que al final tuvo su premio en el minuto 67, con un toque suave de cachetada ante el portero, después de pase en cortado de Ramsey, la otra gran figura de los Dragones que terminaron bailando a los rusos.
Fue el golpe de nocaut que afirmó el espíritu de una Gales convincente, que no llegaba a una instancia similar desde el Mundial de Suecia-1958. Algo a lo que ni siquiera se había acercado en las últimas décadas con astros del calibre de Ian Rush o Ryan Giggs. Y tal vez la respuesta es que ahora no tiene una estrella, sino un superhéroe llamado Gareth Bale.