El ajuste de cuentas llegó en Francia 2016 y en unas condiciones improbables. Casi nadie contaba con el equipo de Fernando Santos, y menos después de una fase de grupos en la que cerca estuvo de quedar eliminado. Se lo jugó todo en el último encuentro y fue casi milagroso el empate 3-3 ante Hungría. Cristiano Ronaldo propició el pase con dos goles en la segunda parte.
No se puede decir que fuera una gran Eurocopa de la estrella portuguesa a nivel individual. Llegó con muchos problemas físicos después de una fatigosa temporada con el Real Madrid y pronto se vio que no estaba al cien por cien. Pero ese carácter orgulloso que tiene sí le permitió ofrecer varias apariciones decisivas para su selección. Por ejemplo, en el triunfo 2-0 en semifinales ante Gales, con un primer gol que abrió el camino de la victoria.
La final fue amarga para él. Sólo pudo jugar 24 minutos porque una fuerte entrada del francés Dimitri Payet le provocó un esguince de rodilla. Eso sí, se reservó su cuota de protagonismo con su forma de vivir la final en el banquillo, gesticulando y ordenando. Como si del propio seleccionador se tratara. Exhibicionismo, dijeron unos. Compromiso, defendieron otros.
Con todo en contra, incluyendo la ausencia de su estrella, Portugal fue capaz de desafiar las leyes de la lógica y ganó la final ante Francia por 1-0 con un sorprendente gol del suplente Eder. Suficiente para que Cristiano Ronaldo levantara el trofeo y vengara a toda una generación de futbolistas portugueses.
“Todos los trofeos son especiales, pero me deja un sabor especial la Eurocopa de Portugal porque fue la primera”, reconoció el capitán portugués.
Cristiano Ronaldo fue declarado héroe nacional y Fernando Santos reivindicó su figura: “Ha estado fantástico en la selección y estamos muy satisfechos con él. Es un ejemplo para el equipo. Su altruismo como capitán es un ejemplo para la selección”.
Del abismo a la gloria
Antes, el delantero había vivido una temporada muy extraña -y con sorprendente desenlace- junto al Real Madrid. En enero, el equipo blanco era una ruina y el club despedía a un nuevo entrenador, Rafael Benítez, mientras la hinchada convertía en rutina los abucheos a los jugadores y directivos en el Santiago Bernabéu.
Cristiano Ronaldo nunca se entendió bien con Benítez y trascendieron algunas tensiones entre ambos. Pero llegó Zinedine Zidane y todo cambió. También para el portugués. Y la temporada concluyó con una Liga de Campeones resuelta con una tanda de penales ante el Atlético que tuvo a Cristiano Ronaldo como protagonista del lanzamiento final.
De nuevo, en el foco, por más que su partido fuera intrascendente. Hasta ese momento.
La Liga de Campeones le permitió al Real Madrid jugar dos títulos más. Y ganarlos. Ambos, en circunstancias parecidas, llenas de drama, pues se fueron a la prórroga. Fueron la Supercopa de Europa y, el domingo, el Mundial de Clubes.
De nuevo, el portugués se reservó el papel estelar en su último partido del año. Firmó un hat-trick ante el Kashima japonés, incluyendo dos goles en la prórroga que sellaron el 4-2 final. Obviamente, Cristiano Ronaldo fue elegido mejor jugador del parrtido.
El delantero había viajado a Yokohama ya con el Balón de Oro en su museo, su cuarto reconocimiento al mejor futbolista del año. Quedó a solo uno de Lionel Messi y el debate fue interminable entre los partidarios del portugués y los seguidores del argentino. Un año más.
“Las estadísticas no engañan. He hecho una temporada espectacular a nivel colectivo e individual. La gente muchas veces habla demasiado, pero estoy acostumbrado. Demuestro mi calidad dentro del campo y no me ha ido nada mal. He mantenido mi nivel siempre alto los últimos 10 años. Quiero seguir trabajando y disfrutar del fútbol, que es lo que más me gusta”, aseguró tras el Mundial de Clubes.
Y tiempo es lo que se ha asegurado con su reciente ampliación de contrato con el Real Madrid hasta 2021. Para entonces tendrá 36 años. Todo un desafío contra el tiempo para un futbolista que cumplió su sexta temporada consecutiva por encima de los 50 goles. Por lo pronto, su presente es incontestable.
La única mancha que le quedó este año fue su vinculación a un escándalo por un presunto desvío de 150 millones de euros correspondientes a derechos de imagen a paraísos fiscales. Es su momento de demostrar que también sabe defenderse.