El futbolista que forzó su salida porque veía cortado el paso al primer equipo, se marchó al Deportivo de la Coruña para crecer y alcanzó su dimensión en el Liverpool inglés antes de regresar a su casa, se marcha como un líder del madridismo. Referente en cada defensa pública del club blanco.
Era el minuto 63 cuando saltó a calentar y sintió que le esperaba uno de los momentos más especiales de una carrera con grandes imágenes para el recuerdo en la conquista de todos los títulos que puede ganar un futbolista. Dos Ligas, una Copa de Europa, Mundial de Clubes, Supercopas de España y Europa. Su historial refleja el éxito de su carrera en el Real Madrid, donde siempre fue hombre de equipo.
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— Real Madrid C.F.⚽ (@realmadrid) May 8, 2016
Durante la primera mitad, mientras presenciaba el duelo ante el Valencia en el banquillo, la grada de animación repitió cánticos en su honor. Calentó deseando que llegase su momento y cuando se produjo toda la afición del Santiago Bernabéu se puso en pie coreando su nombre. Resonaba en el coliseo de la Castellana la ovación de respeto, con una camiseta de enormes dimensiones que ocupaba todo el tercer anfiteatro de altura.
Andaba el ambiente festivo, como si fuera un homenaje y no un partido oficial desde que en el minuto 79, cuando Arbeloa entró al campo en lugar de Cristiano Ronaldo. Todos regresaron a la realidad con un golazo de André Gomes, el 3-2. El empate del Valencia daba el título de Liga al Barcelona con el Atlético de Madrid perdiendo ante el Levante. Durante minutos regresó la tensión.
Pitó el final el colegiado y lo primero que hizo Arbeloa fue dirigirse a uno de los mejores el partido, Kiko Casillas, que sustituía al lesionado Keylor Navas y brilló con paradas milagrosas. Álvaro le hizo gestos de admiración, los mismos que no se cansó de dedicar a la grada del Bernabéu. Sentía que era el final de la etapa más bonita de su carrera cuando le fueron abrazando con emoción sus compañeros y algunos rivales.
No se cansó de besar el escudo del Real Madrid de su camiseta en el centro del campo, diciendo adiós con sus manos mientras toda la plantilla se dirigía al encuentro para mantearle. Besó el césped y entre gestos de admiración, con pasillo incluido de sus compañeros ordenado por el capitán Sergio Ramos, acabó marchándose tras abrazarse con todos los trabajadores del club del día a día.
Llorando entró a los vestuarios mientras escuchaba un cántico que se repetirá desde ahora en su ausencia: “Arbeloa, Álvaro Arbeloa, Arbeloa”. No era el final. Unos 3 mil aficionados bajaron al fondo sur y no cesaron de cantar hasta que el defensa volvió a salir ya con el estadio vacío. Era un momento familiar, con sus hermanos grabando para la posteridad con sus móviles, sus hijos y sobrinos correteando por el césped del Bernabéu. Nunca le costó tanto marcharse de un terreno de juego.
Se proyectaba de nuevo por vídeo marcador el vídeo homenaje a sus logros en el Real Madrid. Se acercó al fondo del campo donde una pancarta enorme rezaba “espartano regresa pronto” y con la camiseta gigante de fondo se fotografió, repartió abrazos de emoción y regaló todo lo que pudo regalar antes de hacer sus famosos gritos de espartano.
Era el cierre del telón a una temporada de altibajos del Real Madrid en el Santiago Bernabéu. Nunca hubo identificación de la afición madridista con el proyecto de Rafa Benítez y la ilusión regresó con Zinedine Zidane. Se mantiene en el pulso por la Liga hasta el último capítulo y sobre todo en la búsqueda de la Undécima Copa de Europa en Milán. Será el último día en la plantilla de Arbeloa, despedido como un grande, que se marcha a un club europeo la próxima temporada antes de cumplir su deseo de retirarse en Estados Unidos.
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¡@aarbeloa17 se despidió del Bernabéu!#GraciasArbeloa #HalaMadrid https://t.co/E3ov4hDkLn
— Real Madrid C. F. (@realmadrid) 8 de mayo de 2016