Aunque ya no puede cambiar la decisión mayoritaria del STF de que se juegue la Copa América, el resto de los jueces tiene hasta el viernes para votar de forma remota, en una sesión extraordinaria, los pedidos del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), la Confederación Nacional de Trabajadores Metalúrgicos y del Partido Socialista Brasileño de suspender el torneo.
En sus acciones judiciales, los demandantes alegaron razones sanitarias para impedir la celebración del torneo de selecciones más antiguo del mundo, cuya más reciente edición, en 2019, también fue realizada en Brasil, con triunfo de la ‘Canarinha’.
El visto bueno de la Corte Suprema es el último obstáculo superado, dentro y fuera de la cancha, por un torneo que debió disputarse en Argentina y Colombia en 2020, pero que fue aplazado doce meses por el aterrizaje del covid-19.
El presidente ultraderechista Jair Bolsonaro, uno de los líderes más cuestionados por su gestión de la pandemia, aceptó acoger a las prisas el campeonato tras las salidas semanas atrás de Argentina, por el agravamiento de la situación sanitaria, y antes de Colombia, en medio protestas antigubernamentales que dejan decenas de muertos.
“Controlar los protocolos”
Una de las juezas que rechazó los pedidos de suspensión sostuvo que cabe a las autoridades de los estados que acogerán los partidos “definir, hacer cumplir y controlar los protocolos para que no se tenga una ‘copavirus’, fuente de nuevas infecciones y transmisión de nuevas cepas”.
Al menos dos magistrados pidieron que el gobierno presente, 24 horas antes del inicio del torneo de selecciones más antiguo del mundo, un plan detallado de acciones preventivas, aunque esto será confirmado solo al final de la votación.
Desde que el lunes de la semana pasada el gobierno de Bolsonaro anunció la Copa, a disputarse sin público hasta el 10 de julio en Rio de Janeiro, Brasilia, Cuiabá y Goiania, no dejaron de lloverle críticas, incluidas convocatorias de protestas el domingo.
La víspera Mastercard anunció que decidió no “activar” su patrocinio, retirando su logotipo del torneo continental, y más tarde el gigante cervecero Ambev, parte del gigante mundial AB Invev, informó que “sus marcas no estarán presentes en la Copa América”.
Este jueves el grupo Diageo, que se presenta como líder mundial en bebidas alcohólicas premium, anunció el retiro de “sus acciones de marca en Brasil en el ámbito de patrocinio de la Copa América, debido a la actual situación sanitaria brasileña y en respeto al momento de la pandemia”.
Resistencias internas
Antes del retiro de los anunciantes, la edición 47 de la Copa América, disputada por primera vez en 1916, había encarado resistencias de los principales protagonistas: futbolistas y entrenadores.
El martes, tras la victoria ante Paraguay en las eliminatorias mundialistas sudamericanas, los jugadores de la ‘Seleçao’ manifestaron su oposición “a la organización de la Copa América”, aunque aseguraron que disputarán el torneo, desmintiendo rumores de boicot.
Figuras sudamericanas como el uruguayo Luis Suárez, el colombiano Juan Guillermo Cuadrado o el argentino Sergio ‘Kun’ Agüero criticaron públicamente el evento. A ese coro se unieron los entrenadores de Ecuador, Gustavo Alfaro; de Perú, Ricardo Gareca, y de Chile, Martín Lasarte.
Epidemiólogos y otros expertos sanitarios aseguran que el país, el segundo con más muertos en el mundo por el coronavirus, enfrenta actualmente un nuevo recrudecimiento de la pandemia, con aumento de casos, y que la celebración de la Copa América que incluye a diez naciones podría empeorar la situación.