Detestado por unos y adorado por otros, generalmente coincidiendo si se trata de seguidores del Barsa o del Real Madrid, el astro portugués ha sumado en el 2016 a sus tradicionales estratosféricos registros goleadores dos triunfos que no se producen con asiduidad y menos en un mismo año; la conquista de la Liga de Campeones de clubes y de la Eurocopa de selecciones.
Los últimos en hacerlo fueron los españoles Fernando Torres y Juan Mata, cuando en 2008 levantaron ambos títulos con el Chelsea y la Roja, aunque con un rol protagonista mucho menos destacado que el portugués.
¿Pero cómo un futbolista al que algunos situaban ya en el inicio de su ocaso de su carrera ha podido resurgir hasta el punto de levantar los dos trofeos colectivos más prestigiosos de Europa y el galardón individual más importante del mundo?
Quizá la respuesta quede resumida en dos palabras; ambición y confianza en sí mismo.
“Si todos estuviesen a mi nivel, seríamos posiblemente primeros”, había lanzado en febrero luego de perder en el Bernabéu un partido de liga ante el Atlético de Madrid. Menos de tres meses después, y ante el mismo rival, al portugués no le tembló el pulso en el quinto y definitivo penal del conjunto blanco, que daría al Real Madrid su undécima Champions.
Por responsabilidad, liderazgo, o por un bien entendido afán de aglutinar los focos sobre su esculpida figura, Ronaldo no es de los que rehuyen la responsabilidad en los momentos en los que más se le necesita.
Alegrías y sinsabores
Pero el último año le ha deparado alegrías y sinsabores lejos de los terrenos de juegos.
Ni el fin de su relación con la modelo rusa Irina Sheik en 2015 pareció destraerle de sus obligaciones sobre el césped, como tampoco lo hicieron sus frecuentes viajes, de incluso un día, a Marruecos para reunirse con amigos y disfrutar de su soltería.
Con su corazón de nuevo asentado, sale desde hace unas semanas con una joven española a la que ya ha llevado al palco VIP que tiene en el Bernabéu, Ronaldo mantiene el rendimiento sobre el césped, y ni siquiera la reciente aparición de su nombre en el escándalo de filtración de secretos económicos en el mundo del futbol, que revelaba que Ronaldo evadía impuestos en paraísos fiscales, le han hecho variar su fútbol y sus guarismos.
Pero si su espíritu altruista y sus gestos hacia jóvenes enfermos o discapacitados le granjearon a ojos de diversos observadores un prestigio moral superior al de su rival deportivo Leo Messi, condenado por la justicia española por evasión fiscal, los últimos datos destapados por el consorcio de medios europeos ciernen la sombra de la duda sobre su figura.
Aunque su fortuna económica está asegurada con una reciente ampliación contractual que le vinculará con el Real Madrid hasta 2021, cuando cuente con 36 años, y con la propiedad de diversos negocios como el recientemente inaugurado hotel en su Funchal natal.
Sus fieles son conscientes de que, sea o no este su último galardón individual, levante o no más títulos con el Real Madrid, e independientemente de sus estados de forma, la ambición y la confianza en sí mismo de Ronaldo permanecerán hasta que cuelgue definitivamente las botas.