El Barcelona confirmó que la presión es su mayor virtud en el inicio de temporada. Está muy trabajada y recupera el balón muy pronto. Otra cosa es su producción ofensiva. Apenas pudo crear una sola ocasión en 45 minutos de juego.
Lo que hubo durante la primera parte fue mucho sudor y poca inspiración. Fue un festival de entregas al contrario por parte de los dos equipos y ninguno de ellos jugó con la velocidad y profundidad requeridas. De ahí las tablas al descanso.
La única oportunidad medianamente clara de la primera parte ocurrió a los 27 minutos con un disparo escorado de Suárez que se estrelló en Rui Patricio, el arquero local. Lo único destacado que hizo el Sporting en ataque fue un disparo de Bruno desde la frontal que paró sin problemas Ter Stegen.
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No mejoró la calidad del choque en la segunda mitad, aunque el partido se abrió a los 49 minutos con el afortunado gol del Barcelona. Hubo una falta, un balón suelto y un tanto en propia puerta del uruguayo Sebastián Coates. De media ocasión hizo el conjunto azulgrana su gol.
Entonces el Sporting buscó más el área contraria, más con físico que con fútbol, y el Barcelona se agrupó en busca del contraataque. Ante esta perspectiva, hubo emoción, si bien nunca pareció demasiado cerca el gol del empate.
La oportunidad más clara del conjunto local ocurrió a los 72 minutos con un disparo de Bas Dost en el interior del área al que respondió Ter Stegen con una impecable intervención.
Poco después entró Paulinho en el Barcelona en lugar de Andrés Iniesta, uno de los pocos destacado de su equipo. El cambio fue toda una declaración de intenciones. Valverde quiso poner músculo para defender su pequeña y valiosa renta. Lo logró y sin demasiado brillo alimentó su gran racha de resultados.